(…) Había sentido aquella llama de atracción desde su primer encuentro, cuando se presentó en Norwood Park con el cabello demasiado largo y aquellas botas cubiertas de barro. Sí, aquella llama siempre había estado allí. Pero el matrimonio había sido un error. Seguro que, en el fondo de su corazón, él sabía que eso era verdad. Se inclinó sobre él. Su melena había escapado de la coleta. Pudo ver también una o dos muescas en su piel: cicatrices frescas, ganadas indudablemente mientras entrenaba a sus hombres para la guerra. Aquello había formado parte de su acuerdo matrimonial, cuando él se comprometió a suministrar los reputados guerreros de las Tierras Altas de Escocia al ejército inglés. A cambio recibió tierras en Inglaterra, y ella en Escocia, pertenecientes a cada uno en exclusiva. Arran se convirtió también por ese acuerdo en barón, y ella… ella se convirtió en símbolo y rehén del acuerdo entre su padre y su esposo. Sí, ella había sido la reluciente baratija que había atraído a Mackenzie a la mesa de negociación. + Leer más |