Ethan de Athos

En estos tiempos, en los que la incertidumbre es una constante para todos, hay lecturas que nos pueden ayudar a hacer nuestro día a día un poco más llevadero. Por eso me gustaría recomendarles a una autora que me tiene conquistada y enamorada desde que la descubrí el año pasado. Una escritora que me parece una perfecta opción para estos momentos: Lois McMaster Bujold. Siguiendo con mi reto personal de leer uno de sus libros al mes, le ha llegado el turno a Ethan de Athos, el sexto libro de la Saga Vorkosigan.

“¿Cuánto pasaría antes de que no hubiera suficiente material ovárico para satisfacer la creciente demanda… o incluso el mantenimiento de la población?”.

Aunque en mayor a menor medida todos los libros que he leído de la Saga Vorkosigan son autoconclusivos (nos cuentan historias completas, aunque compartan los mismos personajes y los veamos evolucionar), de momento Ethan de Athos es el que más independiente me parece. Porque, aunque seguimos en el mismo universo, contaremos con unos protagonistas totalmente nuevos y maravillosos.


Ethan es el jefe de Biología Reproductiva de uno de los centros de reproducción que se encuentran en Athos, un lugar que guarda muchas peculiaridades. Es un planeta apartado y aislado de la galaxia en la que solo viven hombres, y en el que hablar de las mujeres es un tema totalmente tabú. Allí, los Padres Fundadores que establecieron la colonia hicieron que los replicadores uterinos sustituyesen a las mujeres y que, para poder ser padres, los hombres tuvieran que ganarse ese derecho a base de trabajo y esfuerzo.

“Ethan se preguntó irritado por qué todo el mundo por aquí parecía encontrar tan divertidos a los athosianos, excepto los que actuaban como si les estuviera ofreciendo una dosis de lepra”.

Todo el sistema de vida de Athos se ve en peligro cuando cultivos de tejidos ováricos que permiten la reproducción en los úteros mecánicos se empiezan a agotar. Dada su especialización, el consejo que gobierna Athos decide que sea Ethan quien deba abandonar el aislamiento y la protección de su planeta natal para adquirir el valioso suministro. Eso llevará a nuestro protagonista a la Estación Kline, donde cumplir con su misión puede resultar mucho más difícil de lo que nunca imaginó.

Ethan es uno de esos personajes a los que le tomas cariño desde el primer momento, aunque pueda parecer imposible. Crecido en un planeta ultrareligioso donde la única sexualidad posible es la homosexualidad y en el que se ve a la mujer como la encarnación de todo el mal, tiene miedo a dejar su seguridad atrás y para enfrentarse a esos terribles y depravados seres resulta cómico y triste a la vez. Verlo tratando de diferenciar entre lo que sabe de las mujeres (que no es mucho, nunca ha visto a ninguna) y lo que terminará por comprobar de primera mano, nos hace observar el mundo desde una nueva perspectiva.

“Mujeres. Replicadores uterinos con piernas, como si dijéramos. No estaba seguro de si se suponía que eran incitadoras al pecado, o si el pecado era inherente a ellas, como el zumo a una naranja; o si transmitirían el pecado como si fuera un virus”.

Nada más llegar a la estación, Ethan se verá envuelto en una peligrosa conspiración, y será solo con la ayuda de una aliada inesperada que logrará sobrevivir. Elli Quinn, una mercenaria de los Dendarii (sí, el grupo dirigido por nuestro amado Miles Vorkosigan), será la encargada de mantener vivo al inocente doctor que tan poco sabe de la vida en una estación espacial. Aunque por momentos Ethan no sabe si la intervención de la mercenaria solo complicará aún más las cosas, si ambos quieren encontrar respuestas y sobrevivir deberán aprender a trabajar en equipo.

Repleto de aventuras, giros inesperados y de mucha crítica social, Ethan de Athos, de Lois McMaster Bujold, es una novela adictiva y fabulosa. Una que nos habla de la maternidad y la crianza de los hijos, de su importancia, que tantas veces se desprecia como un trabajo menor o solo de mujeres, cuando de ella depende el futuro de todos. Prejuicios, el rechazo que aún no hemos erradicado contra la homosexualidad, o como la manipulación genética puede dar paso a luchas sangrientas por el poder. Bujold introduce siempre tantos temas interesantes en su obras que es imposible enumerarlos todos. Si aún no están enganchados a la Saga Vorkosigan este libro es una buena muestra de por qué deberían estar todos leyéndola.
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Sigo hablando de la saga de Miles! Mi idea había sido ir intercalando un libro de la saga con otro que no tuviera que ver, pero como ves esa idea se perdió por el camino. Después de Cetaganda, la saga me enganchó de tal manera que me leí un montón de libros seguidos. Auténtica ANSIA lectora.

En esta ocasión nos encontramos ante una rareza, ya que por primera vez ningún miembro de la familia Vorkosigan es el protagonista de la novela. Pero no por ello la novela pierde encanto, aunque sí que se echa mucho de menos a Miles, es decir puede parecer una novela de relleno, pero mi consejo es que no os la saltéis. Sobre todo porque bosqueja ciertas cosas que tendrán peso en futuras aventuras de Miles.

En esta ocasión el protagomismo se lo reparten dos personajes, un personaje ya conocido que no nombraré para no hacer spoiler y Ethan, que es quién le da nombre a la novela.

El Dr. Ethan se encarga de traer niños a su aislado mundo, es un médico especializado en reproducción asistida, pero su tranquila vida da un vuelco cuando uno de los pedidos necesarios para dar vida a los niños viene desastrado, inservible; se verá obligado a salir de su planeta en busca de nuevo material genético que esté en buenas condiciones.

Lo que tendría que haber sido una transacción comercial normal de suministros médicos se torna en una vertiginosa aventura y también en varias leciones para Ethan que descubre que hay mucho más que su pequeño planeta y que hay otras formas de pensar en la galaxia en torno a ciertos temas y prácticas.

En si, lo que más me gustó de la novela fue Ethan (salvo un par de detalles que son para darle), ya que en general es un señor muy tierno que se preocupa mucho de los niños y los bebés y que ejerce su profesión con auténtica pasión.


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