Me encanta la narrativa de Julio Llamazares y le sigo cada sábado en el diario El País, pero esta novela no es de las mejores en su bibliografía. Es un bonito homenaje a las gentes que durante la segunda mitad del siglo XX se vieron desplazadas al quedar sus pueblos y aldeas anegados tras la presas que se construyeron en España para la creación de tantos y tantos pantanos. Pero la narrativa de otras novelas y libros de viajes anteriores situaron el listón tan alto, que este libro, a mi modesto entender, no ha podido sobrepasar.
|