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Crítica de Homolectus


Homolectus
29 March 2020
Sin duda alguna, estamos ante el mejor ejemplo contemporáneo de Ficción Cienciada. Cixin Liu logra llevar al máximo y cerrar de una forma increíble este viaje de más de 1700 páginas y 19 millones de años.

Pensaría uno que a estas alturas queda poco por decir sobre una trilogía, que ya todo se ha dicho y que en este punto solo se debe hacer hincapié en el final y su acoplamiento con los capítulos anteriores; pero ante la historia que nos cuenta este libro; este paradigma queda prontamente desdibujado y pone en la parte más alta este último capítulo.

Liu —que es el nombre del autor, pues en chino primero va el apellido y luego el nombre— a lo largo de la historia que cierra El fin de la muerte ha abarcado grandes temas sobre nuestra naturaleza, la Ciencia y la Filosofía con un despliegue increíble de imaginación que nos ha llevado a imaginar tres grandes momentos dentro de la historia: ¿cómo sería el primer contacto con una inteligencia extraterrestre? ¿qué estaríamos dispuestos a hacer para defender nuestro hogar? y ¿qué seríamos capaces de hacer para sobrevivir el fin del universo? Una de principales novedades para mí dentro de estos formatos de trilogía, pues lo común es que cada libro sea una parte de la historia y que a lo largo de ellos se desarrolle o intente responder a una sola pregunta. Y vaya que Liu ha hecho un cambio significativo y de buena forma en este punto.

Como ya lo señalé, la trama del libro está orientada sobretodo a imaginar una respuesta sobre la pregunta ¿qué seríamos capaces de hacer para sobrevivir el fin del universo?, para lo cual el autor va a utilizar varios de los elementos que nos había mostrado en los dos libros anteriores e introducir algunos completamente nuevos que nos ayudarán en este viaje que nos va a mostrar que el universo como lo percibimos los humanos, dista mucho de ser el real. Ahora, y luego de un giro en la historia de los libros, el asunto es sobrevivir en medio de un universo que dista mucho de ser el lugar tranquilo que imaginamos. Un momento terrorífico el darse cuenta de que allá afuera las cosas distan mucho de ser color de rosas.

Liu se atreve en esta ocasión a imaginar la evolución de nuestra sociedad en el futuro —algo que me tenía bastante expectante, pues en los dos libros anteriores ya había dado muestras increíbles de su imaginación (un terreno muy fertil)— y no lo hace en un solo momento, estático en el tiempo, en forma de un punto lejano en nuestra historia; sino que lo hace por tramos, a pasos cada vez más lejanos en el tiempo que muestran los picos y valles de la cultura humana a lo largo de la historia. Para hacerlo se vale del proceso de hibernación, un elemento ya común en el género, pero que ha sabido aprovechar de una buena manera para lograr su objetivo y que ya había desarrollado con soltura en la novela previa a esta, El bosque oscuro (NOVA,2017).

La historia va en crescendo> dando giros en la trama que por momentos me han hecho detenerme y pensar "¿Para dónde carajos va esto si no es por acá?". Y no es para menos, pues la novela también debe solucionar y atar los cabos sueltos que han dejado sus dos predecesoras. Este ritmo, que se mantiene constante a lo largo de toda la novela pese a los saltos temporales que se dan, va a llevarnos a un final emotivo y completamente deslumbrante para mí. Debo admitirlo que al final han habido momentos en los que se me ha hecho un nudo en la garganta y que me han emocionado mucho; algo que hace mucho no me causaba una novela y que, la verdad sea dicha; no es un final muy propio en novelas del género.

Si hablamos de los giros narrativos que propone el libro, el haber usado la técnica de la caja china y por un momento sacar al lector de un momento de la historia tenso y darle un respiro, darle otras historias en las que pensar y al mismo tiempo darle más elementos que nutren el desarrollo de la historia principal; es quizás, la mejor muestra del talento que tiene el autor y del empeño detrás de esta trilogía en cuestión. Sin ánimo de hacer mucho hincapié en las historias, pues no quiero revelar partes importantes de la historia, les comparto el título de los tres cuentos que hacen parte de la técnica ya mencionada, y que, sin duda alguna; pueden ser leídos completamente separados del resto de páginas del libro. Estos son:

• El nuevo pintor del rey
• El mar de los Voraces
• El príncipe Aguas Profundas

Ha sido bastante emotivo ver de nuevo a Luo Ji y ver como su historia tiene un final más allá del propuesto por El bosque oscuro, pues como ya lo dije en la reseña del libro en cuestión, es el personaje más humano de todos los que habitan este mundo, una "puesta a punto" de la importancia que tienen las personas comunes y corrientes, mucho más del que creen que tienen o del que dicen tener los grandes personajes que influyen en nuestro día a día. Que este personaje sea usado como un hilo conductor —por momentos invisible y en otros momentos como personaje tangible— es una muestra notable de lo que Cixin Liu quiere mostrar en su obra.

De nuevo el libro se separa en su estilo narrativo de sus otros dos hermanos, pues nuevamente la estructura es completamente diferente a ellos. En esta ocasión Liu ha recurrido ha contarnos la historia a dos voces: Una contada en forma de fragmentos de un libro de historia y otros apartados escritos siguiendo la linea narrativa principal, una voz "actual". Este es otro de los puntos que me ha gustado bastante del libro, pues logra reinventarse y poner al lector en una posición incómoda para salir del estilo narrativo al que ya estaba acostumbrado y que se adapte al nuevo estilo, que por todo lo demás; se complementa muy bien con el estilo de los otros dos libros.

Debo decir que, si bien no todos los personajes construidos por Cixin para su historia están igual de desarrollados, todos sí reflejan diferentes aspectos de la naturaleza humana en menor o mayor medida; y esto no solo lo hace para exhibir los mejores atributos de la naturaleza humana, pues también en escena aparecen la parte más oscura del ser humano; pero a fin de cuentas parte de lo que somos y lo que ha hecho de nuestra especie lo que somos: con momentos brillantes y oscuros.

Liu me ha sorprendido de muy buen modo con el manejo que ha dado a las distancias y tiempos en el espacio exterior. Lejos queda la imagen de naves hiper veloces que viajan en un abrir y cerrar de ojos de un extremo a otro de la galaxia sin el menor esfuerzo y con aceleración instantánea. Acá en cambio, son viajes lentos, preparados y con todas las consecuencias propias que supondría intentar romper las leyes naturales o por lo menos, llevarlas al extremo. Es el broche de oro que se le da a uno de los componentes más fuertes de toda la saga: la parte científica; que como ya lo he dicho en las otras dos reseñas; es un pilar fuerte y sólido que ambienta todo lo que está a su alrededor.

Al final, cuando creería que no se puede ir más lejos y que ya todo está dicho, hay una conversación que enfatiza en lo minúsculos que somos como especie en medio de este universo, una historia que va por la delgada linea entre lo que sabemos de cosmología y lo que nuestra imaginación nos dice que hay. Es la cosmogonía del mundo, justo al final del mismo.

Atentos a la pequeña aparición que tiene Vincent van Gogh y la belleza que despliega cuando se le da poder a lo que pintó aquel loco genial a finales del siglo XIX. Para mí, el último de los grandes pintores de la historia.

Hay dos cosas de la historia que me han molestado un poco, una por inverosímil y otra por errada: esa mezcla del chino con el inglés como lenguaje usado por los futuros humanos es la que me resulta inverosímil y hecha con retazos, y que no encaja bien con el comportamiento de las lenguas durante su desarrollo. El hecho de que en todas partes pongan RAZA humana, en vez de especie —el término científico exacto para referirnos a nosotros como grupo "homogéneo"—, es una falencia que podría considerarse menor, pero es algo sobre lo cual todavía queda mucho por trabajar para que la gente comprenda el asunto. Me queda la duda de si es un efecto de la traducción al español o si es algo que viene desde el original.

Al final, queda uno con la sensación de que es inevitable escapar del destino que nos espera y que finalmente, sin importar todo lo que se haga; el final nos va a alcanzar y no podremos escapar de él. Con él se irán todas las cosas que hemos construido y las metas que, como especie, hemos alcanzado; sería como un esfuerzo en vano. Pero creo que, pese a todo, no se trata de llegar y contemplar el final de lo que hagamos, más bien se trata de contemplar donde estamos ahora, a hombros de quien estamos y plantearnos nuestra próxima meta; que a lo mejor, nos esté mirando desde otra estrella.

Un último consejo: si tienen o van a comprar un seguro de vida, consideren un agujero negro como la última opción para suicidarse. Podrían estar cayendo eternamente mientras la aseguradora se debate con sus asegurados por saber sí ya está muerto según este u otro marco de referencia.
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