La desheroización de mí misma está minando subterráneamente mi edificio, cumpliéndose sin yo saberlo como una vocación ignorada. Hasta que por fin me sea revelado que la vida en mí no tiene mi nombre. Y tampoco yo tengo nombre, y este es mi nombre. Y porque me despersonalizo hasta el punto de no tener nombre, respondo cada vez que alguien dice: yo. La desheroización es el gran fracaso de una vida. No todos llegan a fracasar, porque es demasiado trabajoso, es preciso subir antes penosamente hasta llegar por fin a la altura desde la que se puede caer; solo puedo alcanzar la despersonalización del mutismo si antes he construido toda una voz. Mis civilizaciones eran necesarias para que yo subiese hasta el punto de tener de dónde descender. |