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Ana Poljak (Traductor)
ISBN : 841612079X
112 páginas
Editorial: Ediciones Siruela (25/06/2014)

Calificación promedio : 4.04/5 (sobre 27 calificaciones)
Resumen:
Esta es «la historia de una inocencia herida, de una miseria anónima», una breve e intensa visión del absurdo que supone una existencia anodina, una rutina vacía tanto de pensamientos como de afectos, como la de Macabea, la insignificante y escuálida joven del Noreste permanentemente anonadada, una muchacha que «no sabía que ella era lo que era» y que por ello «no se sentía infeliz».

En las páginas de La hora de la estrella aparece con toda su fuerza... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (10) Ver más Añadir una crítica
Ros
 15 August 2023
Una obra extraordinaria y una escritura absolutamente singular, peculiar y característica de su creadora, Clarice Lispector que moriría poco después de publicarse este libro.

En esta novela, nos encontraremos con el escritor que dice escribir para comprender y se incorpora a la historia que está escribiendo, es Rodrigo S. M. y nos dice que se limita a contar las pobres aventuras de una chica en una ciudad toda hecha contra ella .

Nos habla de él, se presenta ante los lectores de forma un tanto desesperada y a través de grandes digresiones sobre la escritura, su necesidad de escribir, sus sensaciones, las palabras y sobre la muchacha en la que recaerá el papel de protagonista de una historia incómoda .

Aquí y así nos topamos con dicha protagonista, Macabea, una chica sin encanto, con un curioso y simbólico nombre . Una mujer carente de emociones, una mujer sin atributos, podemos decir.

En principio, el narrador nos contará y nos recordará los orígenes de la protagonista, sus padres habían muerto siendo ella una niña de dos años y será cuidada por una tía que sólo sabe maltratarla y de qué manera.

Después se hará dactilógrafa y llegará a trabajar en Río de Janeiro, pero también todo ello es insignificante, no tiene importancia ni interés, porque Rodrigo, el escritor nos la describe como la que no sabe nada del mundo, ni de ella misma, es una nordestina vacía que ni conoce el más sencillo significado de las palabras, aunque sí conoce muy bien la lluvia.

Y con la lluvia, también llegará y conocerá a un muchacho , un nordestito llamado, Olímpico de Jesús, otro nombre para imaginar y también Rodrigo, el narrador y escritor nos contará su historia y cómo se desarrolla el extraño noviazgo entre ellos.

Qué ironía del destino y de la escritora. Son verdaderamente increíbles estos capítulos donde la sin razón nos absorbe. Estamos ante una parodia de la novela romántica sin lugar a dudas.

Y todos los personajes que van apareciendo como Gloria, la que será después la novia de Olímpico que siendo más rica, le resulta más necesaria para sus intereses, ya que su deseo y su destino era siempre ascender, ser alguien importante.

Será también, Gloria la que trate de forma maternal a Macabea , siendo esta la que se ocupe de conectarla con el pequeño mundo que las rodea invitando a Macabea a merendar. Y después nos seguirá descubriendo el reducido mundo y la forma de vivir de sus personajes .

No debemos olvidar , desde luego, la situación económica de exclusión y excluyente de la protagonista, una situación que ocupa toda su vida, el orden social, ese disparate que permite constantemente dejar en las afueras a tanta gente, se recupera en esta novela y le pone nombre, Macabea, esta mujer encadenará con auténticas cadenas su vida a una precariedad absoluta, que la dejará constantemente, en un estado de paupérrima existencia.

Para esta mujer la injusticia de los repartos creará, como no podía ser de otra forma, la base de todo cuanto es y expresa.

Así pues, la autora ha tomado de la mano a la pobreza para poderla meter en esta novela y hablarnos de esa miseria capaz de acelerar el hundimiento de tanta gente y el hundimiento de Macabea.

Y nuestra lectura se encamina por sendas tan increíbles que nos quedamos absolutamente asombrados, acercándonos a experiencias y situaciones con las que nunca esperábamos encontrar.

Se trata de un alegato , nada sutil, que nos autoriza a hacernos preguntas y a marcar interrogantes para los que de ninguna manera, hallamos respuesta . No hay discusión.

De cualquier modo es necesario señalar que para mí ha sido una especie de prueba comparativa con todo lo que he leído . También debo decir que la lectura de un libro tan especial ha constituido una suerte de conmoción de la que en este momento, todavía no he conseguido salir.

la historia que he intentado describir un poco, no es necesaria , lo importante es el cómo, el porqué, y el sentido de la trama que se está escribiendo, ya que aunque los personajes nos llaman mucho la atención por ser distintos, por ser antagonistas a tantos otros que hemos conocido en otras lecturas, y porque siendo tan diferentes, todavía no entiendo mi empeño en acercarlos a mí, en entenderlos, en comprender la esencia de su existencia y de su manera de vivir .

La escritora , desde luego, parece exitosamente empeñada en hacer una crítica mordaz a todo cuanto se mueve y maneja en el mundo literario, parece que precisa explosionar todos los asuntos ajenos a la obra literaria de los escritores y que forman los cenáculos y los corrillos que estos acostumbran a visitar.

Su apuesta parece dirigida o dirigirse a lo que seguramente debería ser la esencia del escritor, la esencia de todo lo demás aparece como si fuesen figuras fantasmagóricas que la irritan y enfadan lo suficiente para que haga esta crítica mordaz y sin concesiones que es La hora de la estrella.

Si este fue el impulso que la llevó a escribir este título , el éxito fue notable.

En esta obra, cuantos vacíos se anuncian no van a llenarse nunca pues el contenido es en sí y nada más, aquello que paso a paso vamos leyendo, el vacío no se rellena con nada porque está completo y a rebosar de todo.

La novela, su redacción, lo que nos cuenta, lo que se oculta, lo que se adivina, promete, como ya he dicho, muchas más preguntas que respuestas.

Estamos, pues, en definitiva, ante una novela decididamente crítica con el mundo y la sociedad que lo habita.

Absolutamente genial.
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Queridobartleby
 15 January 2020
Estamos ante el último libro publicado en vida por Clarice. Posteriormente a su muerte se publicaría el libro que estaba escribiendo ya enferma: "Un Soplo de Vida".

Si nos atenemos al argumento, apenas tiene elementos notables. Un escritor se plantea la escritura de un libro donde la protagonista sea una chica nordestina pobre y simple, una migrante malviviendo en Rio de Janeiro, a pesar de su trabajo de dactilógrafa.

Pero qué hace especial este libro. Sencillamente, la maestría de Clarice en la manera de contarnos una historia corriente.

La infancia de Clarice transcurrió entre Maceió y Recife, lugares del nordeste de Brasil; sentía añoranza del lugar, de sus gentes, quería volver a él con la escritura de un libro.
Visitaba con frecuencia la feria de São Cristovão en Rio de Janeiro, donde se reunían muchos nordestinos y a ella le gustaba observar todos los detalles. Gran parte de la inspiración del libro proviene de allí.

En la dedicatoria del libro, hace mención a aquellos años felices en la austeridad:

"Me dedico a la nostalgia de mi antigua pobreza, cuando todo era más sobrio y digno y todavía jamás había comido langosta."

En la obra hay un narrador que es escritor a su vez. En cierto modo, ejerce de intermediario con la autora real, Clarice. Buena parte de sus pensamientos y juicios de valor se identifican con ella, pero es cierto que a su vez es junto a Macabea, personaje principal con rasgos diferenciadores de la autora.

La historia tiene resonancias hebraicas (no hay que olvidar el origen judío de la autora), los mismos nombres de los personajes: Macabea, Olímpico de Jesús, Gloria.
Las penurias y menosprecios en la vida de Macabea, sugieren las vividas por los zelotas, narradas en los dos libros de Los Macabeos.

El pesimismo parece presidir el estado de ánimo del narrador/autora. Desde luego este párrafo parece premonitorio del cercano triste final que aguardaba a Clarice:

"Estoy absolutamente cansado de la literatura; sólo la mudez me hace compañía. Si todavía escribo es porque no tengo nada más que hacer en el mundo mientras espero la muerte."

Como terrible paradoja es la alusión del narrador a los ovarios ajados de Macabea (la enfermedad de ovarios causaría el fallecimiento de Clarice):

"Macabea tenía ovarios marchitos como un hongo cocido."

Tanto el narrador como la autora sienten cierta alienación, se sienten extraños, ajenos en la sociedad en la que viven. Clarice afirmaba sentirse orgullosa de ser brasileña, pero era individualista, no pertenecía a ninguna asociación o grupo, ni gustaba la popularidad; el hecho de ser emigrante también influía en su apartamiento:

"Soy un hombre que tiene más dinero que los que pasan hambre, lo que me convierte de algún modo en alguien deshonesto. Yo sólo miento en la hora exacta de la mentira. Pero cuando escribo no miento. ¿Qué más? Sí, no tengo clase social, marginal que soy. La clase alta me tiene como un monstruo raro, la clase media desconfía de que yo pueda desequilibrarla,
la clase baja nunca viene a mí."

El narrador/autora necesitan escribir como liberación de su pesar. Clarice hallaba su razón de ser en la lectura y principalmente en la escritura:

"Escribo porque no tengo nada que hacer en el mundo: estoy de sobra y no hay lugar para mí en la tierra de los hombres. Escribo porque soy un desesperado y estoy cansado, no aguanto más la rutina de serme y si no fuese la sempiterna novedad de escribir, me moriría simbólicamente todos los días."

Es cierto que Clarice era afín a las ideas existencialistas y en la obra se aprecian claramente en el narrador y en el absurdo en el que vive Macabea, aún no siendo apenas consciente de su estado. La náusea de Sartre tiene lugar en ella cuando toma cierta consciencia de sí misma:

"En esta hora exacta Macabea sintió unas profundas náuseas en el estómago y casi vomitó, quería vomitar lo que no es cuerpo, vomitar algo luminoso. Estrella de mil puntas."

Clarice despoja su literatura de todos los adornos por medio de Rodrigo, el narrador; simplifica el lenguaje, al igual que despoja a Macabea de atributos; pero estructuralmente es al contrario, experimenta, innova en la obra:

"Está claro que, como todo escritor, estoy tentado a usar términos suculentos: conozco adjetivos esplendorosos, carnosos sustantivos y verbos tan elegantes que atraviesan agudos el aire en busca de acción, ya que la palabra es acción, ¿o no están de acuerdo? Pero no voy a adornar la palabra porque si llego a tocar en el pan de la muchacha, el pan se convertirá en oro y la joven (ella tiene diecinueve años) y la joven no podría morderlo y moriría de hambre. Tengo entonces que hablar de un modo sencillo para captar su delicada y vaga existencia."

Es de destacar la aplicación del monólogo interior, recordando a Virginia Wolf. Rodrigo analiza el flujo de conciencia, los sentimientos en su personaje principal, Macabea.

La autora se proyecta en su narrador y ambos en su personaje; necesitan dar voz a Macabea como necesidad propia:

"Debo decir que esa muchacha no tiene conciencia de mí, si la tuviese tendría a quien rezarle y sería su salvación. Pero yo tengo plena conciencia de ella: a través de esa joven doy mi grito de horror a la vida. La vida que tanto amo."

El espejo tiene un carácter simbólico de indudable importancia. El narrador se refleja en él por medio de Macabea y Clarice en su proyección de sus dos personajes creados, Rodrigo y Macabea:

"Veo a la nordestina mirándose al espejo y —redoblar de tambor— en el espejo aparece mi rostro cansado y barbudo. A tal punto nosotros nos intercambiamos. No hay duda de que ella es una persona física. Y adelanto un hecho: se trata de una muchacha que nunca se miró desnuda porque tenía vergüenza."

Macabea cuando detiene su mirada ante el espejo comienza a tener consciencia de sí misma, a pesar de que lo que proyecta su imagen no sea agradable:

"Se miró maquinalmente al espejo opaco y oscurecido por encima del lavabo inmundo y descascarado, lleno de cabellos, lo que tan bien combinaba con su vida. le pareció que el espejo no reflejaba ninguna imagen. ¿Había desaparecido por si acaso su existencia física? Enseguida pasó esa ilusión y observó la cara toda deformada por ese espejo ordinario, la nariz vuelta enorme como la de un payaso con nariz de cartón. Se miró y pensó al pasar: tan joven y ya oxidada."

La soledad es otro elemento central en la novela, como lo era en la vida de Lispector. El narrador explicita:

"Sí, mi fuerza está en la soledad. No tengo miedo ni de lluvias tempestuosas ni de grandes vendavales desatados, pues yo también soy la oscuridad de la noche."

Rodrigo proyecta en Macabea la soledad que él mismo necesita:

"Veo que intenté darle a Maca mi propia situación: yo necesito de algunas horas de soledad por día si no “me muero"."

Macabea al conseguir estar sola, toma conciencia de su valor:

"Entonces, al día siguiente, cuando las cuatro Marías cansadas fueron a trabajar, ella tuvo por primera vez en su vida una de las cosas más valiosas: la soledad. Tenía el cuarto sólo para ella. No creía usufructuar mucho espacio. Y no se escuchaba ni una palabra. Entonces, en un acto de absoluto coraje pues su tía no la hubiese entendido, se puso a bailar. Danzaba y giraba porque al estar sola se volvía: ¡l-i-b-r-e! Se aprovechaba de todo, de la soledad arduamente conseguida, de la radio a pilas sonando lo más alto posible, de la vastedad del cuarto sin las Marías."

Rodrigo y por supuesto, Lispector, tienen querencia por sus dos personajes nordestinos. Por Macabea:

"Sí, estoy apasionado por Macabea, mi querida Maca, apasionado por su fealdad y anonimato total pues ella, no existe para nadie. Apasionado por sus pulmones frágiles, la flacucha."

Y por Olímpico, a pesar de ser lo opuesto a Macabea, ya que su pasado es violento, pero quiere olvidarse de él, lo único que pretende es ascender en la escala social; el narrador apunta:

"Tenía hambre de ser otro. En el mundo de Gloria, por ejemplo, él iba a enriquecerse, el frágil machito. Dejaría finalmente de ser lo que siempre había sido y que escondía hasta de sí mismo por tener vergüenza de tales debilidades: es que en verdad desde niño no pasaba de ser un corazón solitario latiendo con dificultades en el espacio. El sertanejo es, antes que nada, una víctima resignada. Yo lo perdono."

Ambos son emigrantes y huérfanos, huyen de la pobreza del sertão. Ello los asemeja, pero mientras Macabea no es consciente de su vida ni tiene aspiraciones, Olímpico tiene conciencia de cambio. Es obrero metalúrgico pero quiere ir ascendiendo hasta llegar a ser diputado.

Pero también es preciso puntualizar que Rodrigo se diferencia de la autora porque a pesar de mostrar afecto por Macabea y Olímpico, en ocasiones parece contradecirse evidenciando cierto desagrado hacia ellos.

Nos encontramos ante una obra compleja en su estructura. Metaliteratura y metaficción en un juego de identidades en transposición. Es una novela donde podemos encontrar variadas capas, profunda pero a la vez ligera. Una obra donde la historia que está creando el narrador se proyecta en un triángulo amoroso, parodia en ocasiones de los folletines al uso. Toma protagonismo el absurdo y lo grotesco, el existencialismo y la vanguardia. Narración desnuda pero lírica de la antiheroína Macabea sin apenas identidad consciente. Por encima de todo, se halla la mano maestra de Clarice, en continua experimentación literaria; trágicamente truncada meses después de publicada la obra.

Es preciso destacar la excelente edición de la editorial Corregidor con una valiosa introducción a cargo de Gonzalo Aguilar y textos analíticos de Florencia Garramuño e Ítalo Moriconi.

Editorial: Corregidor, Edición2011
Traducción e introducción: Gonzalo Aguilar
Textos Críticos: Florencia Garramuño e Ítalo Moriconi

En la dedicatoria del libro, Lispector homenajea a varios compositores, entre ellos a Claude Debussy:

"Sobre todo me dedico a las vísperas de hoy y al hoy, al transparente velo de Debussy."

Crítica y música de Debussy en blog:
Enlace: https://www.offthehook.es/20..
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Guille63
 08 September 2023
Cómo me ha encantado el relato sobre esta Amelie nordestina sin encanto alguno llamada Macabea. ¿Ninguno? Bueno, digamos que uno raro.

"Hay los que tienen. Y hay los que no tienen. Es muy simple: la muchacha no tenía."

Una historia melodramática-romántica-paródica acerca de una víctima de todos, un relato sobre alguien “tan insignificante como una idiota. Sólo que no lo era.”, a la que el narrador, tercer protagonista de la novela y que se siente obligado a escribir la historia, quiere satisfacer con “el derecho al grito” que la propia antiheroína se queda muy lejos de ejercer. Y este dejar constancia de una de esas personas que nunca dejan constancia, y de las que nunca nadie se preocupa por dejar constancia, está escrito con un particularísimo estilo que hace verdaderamente grande a la novela.

“… capté el espíritu de la lengua y así, a veces, la forma forja un contenido.”

Este narrador, que escribe porque no tiene otra cosa que hacer en el mundo y con la esperanza de que ello lo aleje de sí mismo, consigue que me deleite y emocione incluso con párrafos que no entiendo (aunque permanece en mí la pequeñita sospecha de que quizás sí, siempre prefiero la comprensión que proviene de la emoción y así poder decir con el narrador aquello de que “Lo definible ya me cansa. Prefiero la verdad que hay en el presagio.”). Un narrador que envidia el vacío que representa Macabea porque “El vacío tiene el valor de lo pleno y se asemeja a ello”, y que, sin embargo, se incomoda y hasta se enfurece por la falta de reacción de Macabea. Quizá le recuerda demasiado a sí mismo.

Y qué decir de Macabea, con ese nombre que parece una “enfermedad de la piel”, que solo a través de otros sabe de la desdicha de su propia vida, “tan tonta que a veces sonríe a los demás en la calle”, maltratada, ridiculizada, invisible, sin voz, sin grito, “que debería haberse quedado en el sertão de Alagoas con su vestido de algodón y sin nada de mecanografía”… un maravilloso personaje que “no sabe más que llover”, como un día le suelta a bocajarro, en uno de esos diálogos crueles, vacíos, tristes y esperpénticos que mantenía con su único amante, el que ni siquiera llegó a serlo: Olímpico de Jesús, otro nordestino, otro hijo del lumpen, pero con alma de trepa y diente de oro.

Que más decir, querida Clarice, que para ser alguien que desconfía tanto de las palabras, no puedo sino rendirme a tu portentosa sabiduría en mezclarlas y en conseguir un novelón de tan solo 88 páginas y sin “lagrimear tonterías”.
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Yani
 24 March 2018
Quedé fascinada con esta autora desde La bella y la bestia. Y si los cuentos de ese libro, cuya publicación fue póstuma, me introdujeron al extraño mundo de Clarice Lispector, La hora de la estrella terminó de convencerme y ahora quiero quedarme a vivir allí. Parece un mundo ordinario, en donde vemos vivencias ordinarias de gente ordinaria, pero hay algo que no lo es: la forma de contarlo. Lispector toma un hecho y lo trata de adentro hacia afuera, de modo que uno se cruza con pensamientos ajenos, profundos y superficiales.

La historia comienza con un escritor que está contando la historia de Macabea, una muchacha ingenua y algo exasperante que trabaja como dactilógrafa, es pobre y proviene del nordeste de Brasil, lo cual la hace un “bicho raro” en Río de Janeiro. Mientras el autor reflexiona sobre su propia creación, nos muestra las dificultades que surgen frente a Macabea y que ella no esquiva. Porque es una no- persona, no se percibe, no es. A todo esto hay que sumarle a un novio con aires de Napoleón Bonaparte, una compañera de trabajo que no le deseo a nadie y la posesión de una lamentable incapacidad para interpretar una simple conversación.

Es una novela de lo más curiosa, porque la voz del autor- personaje- narrador está todo el tiempo interviniendo y opinando (a veces bien, a veces mal) de Macabea y de su triste vida. También es bastante autorreferencial y hace girar la trama sobre sí mismo, algo que hace que el lector se olvide algunas veces de la muchacha. Y con razón, porque según él, Macabea “ni se daba cuenta de que vivía en una sociedad técnica donde ella era un tornillo del que se podía prescindir”. Sin piedad. Comentarios como estos abundan, y uno no sabe si debe odiar al narrador o darle la razón.

Lispector es una escritora maravillosa y me alegro de haber encontrado que alguien me empujara a leerla de una buena vez. Si bien en La bella y la bestia su escritura me pareció más fragmentaria, esta novela no pierde la identidad al ser más homogénea (los otros son cuentos, así que era de esperar que los ritmos fueran distintos) e íntima. Además, Lispector también vivió en el nordeste (como Macabea) y utiliza la experiencia para contrastar dos regiones (en un sentido muy amplio de la palabra) que, al parecer, tienen pocas cosas en común. Y sé que las comparaciones son odiosas, pero me hizo acordar a Virginia Woolf en algunos puntos. No lo comento acusando una copia ni nada por el estilo, simplemente es una semejanza que se me cruzó por la cabeza mientras leía, porque a la vez las dos son muy diferentes.

Me atrevo a decir que La hora de la estrella no es lo mejor de esta autora porque espero más en sus otros trabajos. Me recomendaron muchísimos (todos, para ser sincera) y yo acepté encantada porque Lispector fue una sorpresa. Por lo pronto, recomendaría esta novela para cualquiera que quiera empezar a conocerla o que ya la conoció, sin distinciones. Yo ya la anoté entre mis próximas relecturas.
Enlace: https://desarmandoclasicos.b..
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Leerespensar
 10 August 2021
Es la última obra que publicó la autora, pocos meses después falleció de cáncer de ovario. No me voy a extender demasiado porque es una novela bien cortita, de menos de 100 páginas y no quiero contar toda la novela en la reseña.
Clarice juega en su obra con un narrador que forma parte de la historia, es decir, es un personaje más. Nos encontramos con Rodrigo,un narrador que irrumpe constantemente en la narración. Desde el comienzo nos cuenta su necesidad de escribir esta historia, la historia de Macabea una muchacha pobre y despreciable para muchos.
Se trata de una novela cortita que abarca diferentes temas, como la corporalidad y la marginalidad social. Macabea es despreciada por sus allegados, es descripta con connotaciones negativas por el narrador y abandonada por la sociedad.
Me gustó mucho, es fácil de leer y muy interesante. Sólo cada tanto se me hacian molestas las irrupciones del autor, sin embargo creo que es la idea de la narración.
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Citas y frases (16) Ver más Añadir cita
RosRos15 August 2023
Mientras tenga preguntas y no haya respuestas continuaré escribiendo. ¿Cómo comenzar por el principio si las cosas suceden antes de suceder?.
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QueridobartlebyQueridobartleby12 January 2020
Está claro que, como todo escritor, estoy tentado a usar términos suculentos: conozco adjetivos esplendorosos, carnosos sustantivos y verbos tan elegantes que atraviesan agudos el aire en busca de acción, ya que la palabra es acción, ¿o no están de acuerdo? Pero no voy a adornar la palabra porque si llego a tocar en el pan de la muchacha, el pan se convertirá en oro y la joven (ella tiene diecinueve años) y la joven no podría morderlo y moriría de hambre. Tengo entonces que hablar de un modo sencillo para captar su delicada y vaga existencia.
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QueridobartlebyQueridobartleby11 January 2020
Escribo porque no tengo nada que hacer en el mundo: estoy de sobra y no hay lugar para mí en la tierra de los hombres. Escribo porque soy un desesperado y estoy cansado, no aguanto más la rutina de serme y si no fuese la sempiterna novedad de escribir, me moriría simbólicamente todos los días.
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JairoGRJairoGR28 January 2023
Todo en el mundo comenzó con un sí. Una molécula le dijo sí a otra molécula y nació la vida. Pero antes de la prehistoria estaba la prehistoria de la prehistoria y existía el nunca y existía el sí. Siempre lo hubo. No sé cómo, pero sé que el universo jamás comenzó.
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QueridobartlebyQueridobartleby13 January 2020
Soy un hombre que tiene más dinero que los que pasan hambre, lo que me convierte de algún modo en alguien deshonesto. Yo sólo miento en la hora exacta de la mentira. Pero cuando escribo no miento. ¿Qué más? Sí, no tengo clase social, marginal que soy. La clase alta me tiene como un monstruo raro, la clase media desconfía de que yo pueda desequilibrarla, la clase baja nunca viene a mí.
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