—Qué forma más educada de llamarme mentirosa. Pero yo no soy una dama normal y corriente, Damon, y estoy segura de que en eso sí que me darás la razón. —Desde luego, una preciosa tempestad, inflexible y escandalosamente intrépida, más valiente de la cuenta, obstinada... —¡Muy bien! Soy una polvorilla. Pero sé que el amor consigue que la gente haga estupideces y se olvide del sentido común. No tengo intención de permitir que eso me suceda, porque el amor no importa si un hombre no es un buen amante, si no es gracioso dentro y fuera de la cama, y si acaba siendo un gazmoño que quiere hacer el amor con el camisón puesto. El lecho conyugal es una parte importante del matrimonio y me niego a conformarme solo con la mitad de lo bueno. |