Todo el mundo tiene un miedo natural a la muerte. La mayoría de las enfermedades se exageran debido a ese miedo, que convierte las pequeñas molestias en males mayores, y así no hay forma de escapar de la muerte.
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Todo el mundo tiene un miedo natural a la muerte. La mayoría de las enfermedades se exageran debido a ese miedo, que convierte las pequeñas molestias en males mayores, y así no hay forma de escapar de la muerte.
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A continuación, la anciana hundió los labios en las encías medio desdentadas y escupió con furia al jefe del condado en la cara. El restallar del salivazo fue tan estremecedor que hizo temblar el denso aire que se respiraba sobre el camino como una gran masa blanquecina que se tambaleara por un impacto.
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Aquí no hay fábricas ni minas, por lo que solo nos queda apostar por el turismo
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Tú, con ojos sanos, ves un mundo sucio. Yo, que no veo nada, imagino un mundo limpio. A menudo digo cosas como "tenías que haber dejado que me partiera la crisma", pero no las siento de verdad. En realidad nunca he querido morirme. Sin embargo, tú que ves y nunca pronuncias la palabra "muerte", seguro que piensas en ella diez veces al día.
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-¿Cuántos años tienes? -preguntó. -Diecisiete. -¿Y cuánto mides? -¿A ti que te importa? -replicó avergonzada. El hombre rió. -Debes de andar en torno a un metro. -¡Tú sí que andas en torno a un metro! -protestó ella indignada. |
La edad de la inocencia