Crónica de una explosión

La aldea de Explotia es un pequeño municipio al lado de Pekín, en ella, una familia de soñadores, los Kong, intentan que su gran Explotia se convierta algún día en capital del condado. Por eso, cuando el segundo hijo se presenta a la alcaldía y pierde contra la exuberante mujer de negocios que cuenta con el mejor prostíbulo de la aldea, le ruega que le deja la alcaldía para lograr su objetivo y a cambio se casará con ella. En el libro asistimos al crecimiento de Explotia como urbe pero también a como se van perdiendo los personajes en los intereses económicos y como prima el dinero frente a la humanidad.

He desbloqueado una nueva necesidad después de leer este libro. Leerme todos los libros de Yan Lianke. Desde el principio me engañó, pensé que Explotia era real, con ese prólogo, me creí que los líos de los Kong eran creíbles y que la China comunista no se podía reflejar mejor entre sus páginas. Ya no porque el tercer hermano hubiese pintado los países comunistas en rojo en su gran maqueta, pero se olvido de China, ese país enorme lleno de millones de habitantes donde nacen más empresas y fábricas al día que niños.

Crónica de una Explosión muestra el poder y la necesidad de alcanzar la fortuna y la fama, de como la economía se come la moralidad de las personas y se llegan hasta a castigar entre hermanos o a usar cuerpos de mujeres como armas de defensa y destrucción. Un libro que explora lo que puede suponer el poder en una persona y lo que la cambia.

Es un libro adictivo que empieza bien, pero con cada página te encuentras enganchado cada vez más y va mejorando a partir de las cien y pocas páginas. El final me pareció el adecuado, al final el poder se pierde a medida que la cabeza y el razonamiento se van un poco más de nosotros. Creo que es hora que admitamos todos que Asia lo peta, y como es una realidad, os recomiendo dejaros engatusar por Yan Lianke, porque lo haréis, y acabaréis adictos a sus páginas tanto como el segundo hijo de los Kong al poder.

Finalmente necesito darle el reconocimiento a ese epílogo tratando el realismo espiritual. No pudo haber mejor final. Gracias de nuevo a la editorial Automática por permitirme leer esta maravilla, porque la verdad, me he hecho adicta a Yan Lianke y todavía acabo de empezar.
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