Mis amigos, mis amores

En esta novela Marc Levy nos presenta a dos amigos divorciados, Antoine que tiene un hijo que se llama Louis y viven en Londres, y Mathias que vive en París, y también tiene una hija, Emily que vive con su exmujer, Valentine en Londres. Antoine convence a su amigo para que se traslade a Londres para regentar una librería y éste acepta para poder estar cerca de su hija, pero una vez en Londres, las cosas cambian cuando llega a París, Valentine le informa de que se traslada a París por cuestiones de trabajo y que Emily vivirá con él, así que los dos amigos deciden vivir juntos y ponen algunas normas de convivencia, “Nada de mujeres ni canguros en la casa”, y aquí comienza la historia de la convivencia de estos dos amigos tan diferentes.

Me gusta como escribe Marc Levy, tiene un estilo fresco y ligero que va perfecto para después de lecturas más densas. Esta novela en concreto es ligera y con un toque de ironía en las conversaciones de sus personajes que me ha encantado. Esta es la primera novela de este autor que leo en la que no mete elementos fantásticos.

Los protagonistas, Antoine y Mathias me han encantado, cada uno en su estilo, son tan diferentes los dos amigos que la convivencia a veces se les hace un poco cuesta arriba. Me han recordado a un matrimonio con sus pequeñas discusiones por cosas sin importancia. Y los hijos de ambos dos personajes entrañables, dos pequeños conspiradores en potencia y muchas ocasiones más maduros que sus respectivos padres.

Una novela emotiva y realista sobre la amistad y el amor y como sobrellevar las adversidades que la vida va poniendo en el camino de los protagonistas.

No es ninguna novedad que Marc Levy resulte siempre en una lectura mucho más que placentera, hasta el momento, no he leído ningún libro de este autor que no me haya dejado un excelente sabor de boca.

En esta ocasión nos cuenta una historia que va mucho más allá de una historia romántica, se trata más bien de la amistad entre dos hombres que se conocen prácticamente de toda la vida y que terminan viviendo juntos con sus respectivos hijos, esta convivencia ha resultado adorable, enternecedora, divertida y maravillosa.

Estos dos personajes me han vuelto loca, los he adorado por separado y los he amado estando juntos, su vida, su día a día, ayudarse mutuamente para superar sus miedos y fracasos y al mismo tiempo volverse locos mutuamente con la convivencia diaria.

La forma de escribir de Marc Levy es sencillamente genial, soy una absoluta fan de este escritor y aún y cuando me han gustado mucho todos los libros que he leído de él, este es mi favorito de lejos, además he notado un pequeño cambio de ritmo y de estilo en este libro con respecto a anteriores que he leído de él, por un lado está la historia, que ya de por sí es bastante genial, pero me ha resultado, no sé, tal vez algo más sentida, con un ritmo diferente.

Sin duda lo mejor de este libro son sus protagonistas, los dos tan diferentes, pero igual de adorables y todos los personajes secundarios realzan precisamente a los protagonistas.

He pasado un momento genial al leerlo, gracias Zai por la recomendación, realmente lo he disfrutado mucho.

Este fue mi primer Levy, un libro que leí por casualidad, ya que el título me llamó la atención; muchas veces me dejo llevar por títulos o portadas, algunas de ellas me he llevado chascos tremendos (obvio), otras no.
En este caso, la historia me gustó bastante, aunque es muy sencilla y no es que tenga una trama tremendamente profunda.

Levy nos cuenta una historia de amor, pero con esa forma especial de narrar que le caracteriza, ya que no nos mete en tramas rosas pastelosas, sino que nos encandila con cada detalle contado y cada personaje al que coges cariño en seguida.
Aquí se habla sobretodo de la amistad, de dos amigos en la treintena que se conocen desde críos y aprenden juntos a superar su condición de padres solteros: Antoine y Mathias. Antoine y su hijo Louis se marchan a Londres, mientras que Mathias se queda en su París natal; al final su amigo consigue, tras mucho insistir, que se traslade a Londres con él, cosa que le anima bastante, ya que su hija Emily reside allí con su ex mujer. Pero ésta última se pone en contacto con él para comunicarle que se traslada a París por trabajo... y de paso le pide el favor de que se quede con la niña para que no cambie de hogar y colegio.
Con esto, los dos amigos, que son como la noche y el día, acaban siendo compañeros de piso, junto con sus hijos y dos normas: nada de canguros y nada de llevar mujeres a casa.

Tenemos unos secundarios cargados de carisma, aunque no se ahonde demasiado en sus vidas, pero que sin embargo tienen ese “algo” para que nos gusten, ya que Levy tiene el don –como en el resto de sus novelas- de tratarles con curioso cariño.
Yvonne, una mujer de edad avanzada, dueña del restaurante al que van siempre; Sophie, la chica de la floristería que mantiene una estrecha relación de amistad con los dos amigos (nada de triángulos amorosos) y Audrey, una periodista que rompe prácticamente todos los esquemas del hilo argumental.

Lo dicho al principio, una historia sin tramas rocambolescas ni en las que haya que rebuscar, más bien plana, tranquila, pero aún así bonita y entretenida.
Todo coronado con situaciones realmente graciosas de mano de los dos amigos y con alguna pincelada romántica que se agradece bastante, narrado con un lenguaje coloquial, fácil de entender y leer, que caracteriza al autor en cada una de sus novelas.
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