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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
17 February 2020
Creo que a estas alturas ya lo sabréis, que no será porque no lo digo cada dos por tres: si me ponen por delante un clásico inédito hasta la fecha en castellano, lanzo mi bonete al aire y lo dejo todo... No puedo evitarlo, me hace una ilusión tremenda encontrarme a autores y libros que no habían recibido atención en castellano durante décadas peleando por su hueco en las mesas de las librerías, casi siempre de la mano de editoriales independientes. Así que cuando me topé este libro en mi librería de confianza hará ya cosa de un año, lo abracé cual Gollum a su anillo y corrí al mostrador. Por desgracia no pude asistir a la presentación del libro que Chamán Ediciones realizó en esa misma librería poco después; me hubiese encantado por el acercamiento que sin duda se haría a la autora y a la novela, pero lo de asistir a presentaciones es un lujo que mi trabajo esclavo no me permite.

Historia de una tienda narra la historia de las cuatro hermanas Lorimer (Gertrude, Phyllis, Fanny y Lucy) tras quedar huérfanas. Su padre, fotógrafo, ha fallecido, y la renta que les queda es insuficiente para sobrevivir demasiado tiempo las cuatro. Quizás se espera de ellas que a partir de ahora se ganen la vida como institutrices o damas de compañía, pero ellas tienen claro que quieren permanecer juntas y la solución la tienen delante: ser emprendedoras, dedicarse a los negocios y montar su propio estudio de fotografía. Con ese fin se trasladan de donde viven, Campden Hill (a las afueras de Londres), a la agradable y céntrica (aunque pasada de moda) Upper Baker Street, donde alquilan un estudio y unas habitaciones arriba donde vivir.

Es a partir de este momento donde asistimos a la visión moderna que la autora tenía del papel de la mujer en una sociedad victoriana que se hallaba inmersa en una metamorfosis constante, donde cada paso que se daba fuera de las convenciones sociales era tan mal visto por aquellas mentes ancladas en el conformismo establecido como celebrado por aquellas que sabían que el mundo estaba cambiando a marchas forzadas y había que romper lazos con costumbres que apestaban a naftalina.

Aquí es donde entra en escena el término que ya desde la sinopsis se apunta y alrededor del cual giran las bases que sustentan la historia: el de las New Women, esas mujeres que a finales del siglo XIX decidieron que no iban a seguir el camino que se esperaba de ellas (casarse y tener hijos) y que iban a acceder a la universidad, a convertirse en profesionales del sector que decidiesen, a ser empresarias, acceder a un empleo fuera del hogar o, simplemente, adentrarse en cualquiera de los campos que hasta entonces estaban vetados a las mujeres y eran de domino exclusivo de los hombres. En pocas palabras, las New Women abandonaron el cascarón exclusivo del hogar al que estaban supeditadas y accedieron a un mundo exterior lleno de posibilidades y pleno de interacciones que antes solo contemplaban desde la ventana. Os nombro trabajo y cultura, pero esta apertura tuvo relevancia y consecuencias a muchos niveles, y en realidad, sin usar el término, ya os hablé en el blog de las New Women en Reinas de la carretera, de Pilar Tejera, con el uso de la bicicleta como medio de transporte, el cambio que supuso en la forma de vestir y la independencia y libertad asociadas a ello.

Las cuatro hermanas Lorimer recuerdan en cierto modo a las hermanas March de Mujercitas (a mí me han recordado también a algunos personajes de Jane Austen, pero supongo que solo es cosa mía), y aunque sí que hay aspectos muy concretos en el devenir de la historia que pueden recordar a los personajes de Alcott, lo cierto es que estas hermanas londinenses de finales del siglo XIX tienen un aire cosmopolita, moderno y audaz que les aleja de sus homónimas norteamericanas.

A todo esto, no os he presentado a las hermanas, ¿verdad? Por un lado tenemos a Gertrude, la que en su fuero interno quiere ser escritora, el alma máter de toda esta revolución empresarial, la más responsable de las cuatro hermanas, la que carga con la responsabilidad de todo mientras las demás viven más despreocupadas, la que no duerme nerviosa por el lento avance de su empresa, la que se olvida de sí misma y vive constantemente con un peso enorme en la espalda (mi favorita... este tipo de personajes siempre son mis favoritos); su hermana Lucy le ayuda en el estudio de fotografía, es la otra mitad en la empresa, pero su carácter es más sosegado que el de Gertrude, más tranquilo y práctico. Ellas dos son las representantes de las New Women de las que os hablo arriba. Luego están las otras dos hermanas: por un lado Phyllis, la más joven de todas con apenas diecisiete años, la más hermosa de todas, la que hace volver miradas, la que fascina a artistas y la que, a causa de su enfermedad crónica, vive entre algodones y mimada por sus hermanas; por el otro, la mayor, Fanny, hermanastra de las otras tres y la que, tal y como se la define en algún momento, representa el anacronismo arcaico y anticuado en un mundo pragmático y en evolución constante; es la que queda al cuidado de la casa, la que al principio le parece que abrir una tienda no es decoroso para unas jovencitas y la que aspira a casarse y formar una familia más pronto que tarde.

¿A qué mundo abren sus ojos las hermanas Lorimer cuando inaugura su estudio en Upper Baker Street? Pues a un mundo en el que las convenciones sociales no son factibles si quieren realizar su trabajo, llevar a cabo los encargos que les realizan y vivir de ello (tendrán que viajar en transporte público sin acompañante, acudir si carabina a lugares en los que estarán con clientes a solas... cosas, en definitiva, que no debía hacer una jovencita soltera decente en aquella época sin levantar murmuraciones ni sospechas), o un mundo en el que las mujeres empresarias tienen que demostrar que su talento es equiparable al de cualquier hombre realizando el mismo trabajo intentando al mismo tiempo evitar encargos realizados solo por el morbo de ser mujeres fotógrafas. Las relaciones sociales que van estableciendo les van introduciendo en el mundo de la cultura, la pintura, las exposiciones, y a través de los ojos de Gertrude la autora realiza retratos afilados de los especímenes que solían moverse en esos ambientes durante aquella época. Tampoco se deja en el tintero los peligros a los que podían verse expuestas las mujeres por, precisamente, dejar a un lado las etiquetas sociales.

Historia de una tienda es de esos clásicos a los que acercarse si se busca una escritura elegante y agradable pero sencilla y muy accesible; la prosa de Levy es cercana pero notable, y la novela se lee con fruición ya no solo porque te interesa lo que le pase a estas cuatro hermanas, sino porque la autora trata con mucho cariño a sus personajes y lo cuenta de tal manera que te sientes cerca de ellos y lo que les mueve y ocurre día tras día. También vemos el Londres de finales del XIX desde el punto de vista de la mujer moderna e independiente que se mueve por sus calles con una libertad impensable pocos años antes (comparto además el amor de Gertrude por la ciudad de Londres)... y, aun así, veo venir opiniones de lectores que se sientan decepcionados por el final, un final en el que no voy a entrar (obviamente) pero que a mí no solo me ha gustado, sino que en cierto modo me ha parecido justo después de todo lo leído: puede parecer complaciente, pero hay grises en la vida y unas cosas no tienen por qué (no deben) excluir otras. La autora tenía múltiples opciones muy diferentes entre sí para poner fin al libro hasta casi la ultimísima página (epílogo aparte), y entiendo perfectamente la que escogió.

Amy Levy fue en sí misma una New Woman en toda regla (se convirtió, por ejemplo, en la segunda mujer judía en ser aceptada en la Universidad de Cambridge) que sufrió episodios depresivos constantes a lo largo de su vida y tuvo un final trágico a una edad muy temprana, como tantas otras autoras de existencia atormentada. Admirada por genios como Oscar Wilde (quien, tras su suicidio, le dedicó incluso una entrada a modo de homenaje en su revista, Woman's World), concibió en Historia de una tienda, su primera novela, una historia inteligente en la que no sobra nada; ojalá Chamán se anime a recuperar sus otras dos novelas, Reuben Sachs y Miss Meredith, y así podamos tener una perspectiva más amplia de su obra.
Enlace: https://inquilinasnetherfiel..
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