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Crítica de HumildeLector


HumildeLector
04 December 2020
De todos los testimonios reales de supervivientes de los campos de exterminio nazis, el de Primo Levi es tal vez el más extenso y mejor documentado. Y el más célebre.

Hay que estar preparado mentalmente para leer Si esto es un hombre (1947), igual que para girar las hojas de Archipiélago Gulag, de Solzhenytsin. Yo abordé ambas lecturas en muy poco espacio de tiempo y no puedo negar que me causaron una honda impresión. Demasiado horror. Pero como dice el propio autor…

“Si comprender es imposible, conocer es necesario.”

Levi, un judío italiano, cuenta en primera persona su historia personal, desde su detención en las calles de Turín en 1945 hasta el día de su liberación, dos años más tarde.

El relato central de Si esto es un hombre se desarrolla en el campo de concentración de Auschwitz, donde Levi y sus compañeros se ven abocados a afrontar toda clase de sufrimientos y humillaciones, acosados por todas partes por el hambre, el frío, la violencia y el miedo, siendo despojados de su condición de humanos. Levi recurre a menudo a citas de la Divina Comedia de Dante, para ilustrar el infierno al que ha ido a parar.
Testimonio del horror

Si disponemos hoy de este impresionante y terrible testimonio es porque Primo Levi pudo escapar de las garras de la muerte de forma casi milagrosa. Gracias a su doctorado en Química, y también por capricho del azar, fue transferido a un campo auxiliar de trabajos forzados como asistente del laboratorio. Allí pudo recibir una alimentación mejor y escapar de los abusos y palizas de los kapos, los otros prisioneros encargados de la seguridad del campo.

Son muchos los pasajes de Si esto es un hombre que estremecen, pero en mi opinión son especialmente duros los que se refieren al día a día de los prisioneros, que reflejan bien lo horrible de su destino:

“La muerte empieza por los zapatos: se han convertido, para la mayoría de nosotros, en auténticos instrumentos de tortura que, después de las largas horas de marcha, ocasionan dolorosas heridas las cuales fatalmente se infectan.”



“El pan es también nuestra única moneda: entre los pocos minutos que transcurren entre su distribución y su consumición, el Block resuena con reclamaciones, peleas y fugas.”



“El campo de concentración es una gran máquina para convertirnos en animales.”

Levi enfermó de escarlatina durante las últimas semanas de su estancia en el campo, de nuevo un golpe de suerte que le libró de las ejecuciones masivas que las SS realizaron en todo el complejo antes de su evacuación. El Ejército Rojo lo encontró allí, demacrado y desnutrido, postrado en una maloliente camilla.
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Acceso al KonzentrationslagerAuschwitz, a principios de los años 40.

Pero no sólo es la suerte la que propició que el autor de Si esto en un hombre pudiera escapar de la muerte, y probablemente de la locura. También lo consiguió gracias a su actitud ante las circunstancias que le había tocado vivir: no estaba en su mano la huida, mientras que tratar de ofrecer resistencia era absolutamente inútil, pero sí podía luchar para preservar un mínimo de humanidad y no ceder a la barbarie y la insolidaridad. Cualquier acto civilizado, por pequeño que fuera, era una pequeña victoria.

Así, el cuerpo de Levi sucumbe, igual que los otros, a la dura realidad que lo rodea, la pesadilla cotidiana, pero su alma no se resigna a rendirse y acabar convertido en una especie de animal que se acostumbra a una existencia indigna y monstruosa.

“Si pudiese encerrar a todo el mal de nuestro tiempo en una imagen, escogería esta imagen, que me resulta familiar: un hombre demacrado, con la cabeza inclinada y las espaldas encorvadas, en cuya cara y en cuyos ojos no se puede leer ni una huella de pensamiento.”

Las heridas interiores

Es difícil leer Si esto es un hombre sin sentir rabia y tristeza. Es más, yo diría que cualquier persona con un mínimo de sensibilidad debería sentirse abrumado ante un testimonio tan crudo como el de Levi. Pero al mismo tiempo, el lector también agradece haber podido conocer esta historia y, en cierto modo, se reconforta al saber que incluso cuando se mira directamente al pozo más negro del alma humana es posible encontrar algo de esperanza. Un leve gesto de solidaridad o compasión es un tesoro. Como dice Borges en uno de sus más conocidos poemas:

“No te rindas. La ergástula es oscura,
la firme trama es de incesante hierro,
pero en algún recodo de tu encierro
puede haber una luz, una hendidura.”

Y sin embargo, el epílogo de la biografía de Primo Levi es oscuro de nuevo. Después de la II Guerra Mundial logró publicar también La Tregua (1963), la segunda parte de sus memorias, en las que cuenta su regreso desde Europa Oriental hasta Italia. Después se dedicó a escribir y dar conferencias por todo el mundo, alcanzando un gran reconocimiento.
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Primo Levi (1919-1987)

Había sobrevivido, sí, pero su paso por el infierno de Auschwitz había dejado profundas heridas en su interior. Llegó a acusar a los que hablaban de “superar el pasado” de intentar redimir el nazismo. Él mismo se había visto de algún modo contagiado por el odio y los prejuicios de los nazis, llegando a afirmar cosas como estas que leemos en Si esto es un hombre:

“Los ojos azules y el pelo rubio son esencialmente malvados.”

El 11 de abril de 1987 fue hallado muerto en su casa, en circunstancias que parecían indicar que se había suicidado. Hay quien dice que, a pesar de sobrevivir a tanto horror, finalmente a Levi le fue imposible superar otro infierno, el que guardaba en su interior.
Enlace: https://humildelector.com/20..
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