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ISBN : 8483835584
240 páginas
Editorial: Tusquets (01/02/2010)

Calificación promedio : 3.69/5 (sobre 13 calificaciones)
Resumen:
El primer fin de semana de 1989 una insistente llamada de teléfono arranca de su resaca al teniente Mario Conde, un policía escéptico y desengañado. El Viejo, su jefe en la Central, le llama para encargarle un misterioso y urgente caso: Rafael Morín, jefe de la Empresa de Importaciones y Exportaciones del Ministerio de Industrias, falta de su domicilio desde el día de Año Nuevo. Quiere el azar que el desaparecido sea un ex compañero de estudios de Conde, un tipo que... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (4) Añadir una crítica
My
 21 June 2023
Desde que leí aquel novelón maravilloso llamado El hombre que amaba a los perros, supe que volvería a leer a Leonardo Padura y que lo haría con su saga del detective Mario Conde. Tardé un poco más de lo que hubiera querido, pero ya terminé el primer libro, Pasado Perfecto.

Comienza el año nuevo en Cuba, y tras una borrachera monumental, el teniente Conde es llamado a su trabajo porque un empresario muy conocido ha desaparecido. Esta persona está relacionada con la juventud del teniente, por lo que recuerdos y dolores del pasado saldrán de su escondite para desnivelar su ya tambaleante vida.

Mi sensación durante toda la novela es que Padura ya sabía que las aventuras y peripecias de su teniente no se quedarían en un solo libro y que Pasado perfecto solo sería la carta de presentación de Conde y de quiénes le acompañarán en los próximos libros.

La desaparición es lo de menos. Su resolución no importa demasiado. Son los lazos que unen al personaje con todos los demás, la definición de su carácter, sus emociones, sueños rotos y esperanzas, lo que robustece a una historia que sin esos ingredientes pasaría sin pena ni gloria. Lo que hace atractivo a este libro es la interacción entre sus personajes.

La calidad como escritor de Leonardo Padura es innegable. Sabe construir personajes, sabe guiarnos para hacernos sentir sus dolores, sus miedos y reconocer sus fortalezas. Este es el gancho de Pasado perfecto: lo que genera en el entorno un acontecimiento que a Mario Conde le toca de cerca.

Eché en falta un buen misterio, mayor tensión en ese sentido. La tensión existe pero desde el ámbito de las relaciones personales, desde lo que genera volver a un tiempo que ya no es, desde la nostalgia y el peso de los errores cometidos.

Otro de los grandes aciertos es el acercamiento a la vida cubana de finales de la década de los ochentas. No a los grandes acontecimientos, sino al terreno de lo cotidiano. Ya se palpa la nostalgia del fin de siglo, ya se intuye hacia qué dirección irán las cosas.

Muchos de los elementos de la novela policiaca de toda la vida están presentes aquí: un jefe medio toca pelotas, un compañero cuya personalidad sirve de contrapunto, un protagonista que sabe resolver misterios pero al que le es difícil lidiar consigo mismo y personajes que se encargarán de complicarle, y también de hacerle más ligera la existencia. No hay nada nuevo, pero creo que Padura merece un voto de confianza. Estoy segura que las siguientes entregas van a elevar esta saga y que nos ofrecerán momentos mucho más potentes.

Pasado perfecto es una novela a la que vale la pena acercarse por el mero gusto de conocer a Mario Conde y sentir a su lado el invierno cubano.

Su nostalgia será la nuestra.

Hasta la siguiente lectura.
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Beatriz_Villarino
 10 October 2018
Un libro lleno de contradicciones porque, en realidad, nada es perfecto en él excepto la manera de escribirlo.

Pero la historia no es perfecta. El protagonista, el teniente de policía Mario Conde, aprovecha un caso que le asignan en la comisaría para recapitular lo más importante de su vida. A veces son recuerdos que aparecen como destellos al observar una calle, oler una buena comida o mirar una fotografía; otras, Mario Conde se obliga a recordar para entender el presente.

A través de las numerosas digresiones que encontramos en Pasado perfecto conocemos a su protagonista: un chico cubano de clase media-baja, estudioso y con un alto sentido del compañerismo y la igualdad; que deja de estudiar una carrera a pesar de las buenas notas obtenidas, porque no le gusta; que quiere al Flaco, que ya no lo es, como si fuera su hermano; que tiene un amor desmedido hacia Josefina y sin embargo no es su madre sino la del Flaco; que ansía ser escritor pero no puede escribir; que sus ideas son contrarias a las que tiene de la policía y sin embargo se convierte en uno de los mejores del cuerpo; que siempre odió a Rafael Morín, básicamente porque le quitó a Tamara, de la que ha estado enamorado desde el bachillerato, y ahora debe investigar su desaparición.

El tiempo real, sin embargo, son cuatro días, durante los que Mario Conde acompañado por el sargento Manuel Palacios resuelve el caso.

Cuatro días, en los que se reencuentra con Tamara y tiene la posibilidad de empezar con ella la relación tan anhelada, pero finalmente desecha la opción porque sus vidas son totalmente diferentes y Tamara, de clase superior, no se adaptaría fácilmente a la de un policía.

El caso de Rafael Morín es otro de tantos de los que, por desgracia, se han hecho usuales en la sociedad actual: robo, extorsión, fraude de aquellos que lo tienen todo pero necesitan más. Caso sencillo, sin demasiadas complicaciones, sin vueltas o sorpresas finales y, sin embargo, el Conde aprovecha las entrevistas para, mediante analepsis, ponernos en situación, y llegar a conocer al desaparecido, al Flaco, a Tamara, a él mismo y a Cuba. El lector siente inmediatamente la nostalgia de ese pasado que Mario Conde relata en primera persona, con breves monólogos interiores mezclados con diálogos expuestos en estilo indirecto libre. La narración fluye intimista, con una cercanía que no desaparece en la tercera persona utilizada para el presente, un hoy impregnado de fatalidad incapaz de derrotar a todos aquellos marcados con dureza por el destino.

La fuerza de los débiles, de los escuálidos, es lo que sustenta ese Pasado perfecto que en realidad no lo fue pero que, desde el punto de vista del futuro, lo será porque se habrá luchado a diario por conseguirlo.

Leonardo Padura nos muestra un argumento simple, una historia sin complicaciones: la desaparición de un funcionario corrupto y la implicación de su jefe de despacho.

Pero debajo de esa historia, contada de forma casi minimalista, se encuentra la verdad, una Cuba oprimida , unos ciudadanos sin libertad, sin posibilidad de expresar sus verdaderos sentimientos, sin oportunidades para dialogar y mucho menos para exigir; unos ciudadanos con grandes carencias que, a pesar de encontrarse con un sistema dictatorial, intentan coger la felicidad, a pellizcos, de donde pueden.

...y por suerte guardé cinco ejemplares de la Viboreña, que jamás llegó al número uno, que iba a ser de la democracia, porque la profe Olguita, tan buena gente y tan linda, pensó que lo podríamos hacer escogiendo a votación los mejores materiales de nuestra abundante cosecha literaria

Padura se convierte así en un maestro de la técnica del iceberg, por cuyo creador, Hemingway, siente verdadera admiración. al reducir la prosa hasta límites insospechados consigue un protagonismo absoluto de la historia, de ahí que, a pesar de quedar ocultos bajo «la punta del iceberg» son perfectamente legibles los comentarios sobre la vida en Cuba; de hecho, a veces tenemos la impresión de estar ante una crónica de la realidad concreta, de la defensa de los valores tradicionales como el honor, la amistad o la lealtad

Al dorso de la foto dice junio de 1975, y todavía éramos muy pobres —casi todos— y muy felices. El Flaco es flaco [...] El Conejo sueña con cambiar la historia y yo voy a ser escritor, como Hemingway. La cartulina se ha puesto amarilla con los años [...] y cuando la miro siento muchísimo complejo de culpa porque El Flaco ya no es flaco y porque detrás de la cámara, invisible pero presente, ha estado siempre Rafael Morín.

El acercamiento a la Generación Perdida no sólo se distingue en el estilo minimalista de Hemingway, el estadounidense está presente en la defensa de valores éticos que Padura expone en su Adiós a las armas particular reflejado en la figura de El Flaco: «cada día el Flaco amanecía con un dolor inédito, un nervio muerto u otro músculo inmóvil para siempre».

La prosa coloquial, con expresiones duras a veces y cargada de metáforas poéticas, otras, también vincula a este escritor con los americanos de la primera mitad del siglo XX; se aprecia un paralelismo entre el rechazo a su realidad cercana y el expresado por los novelistas malditos, el polisíndeton alarga las descripciones para poder ver más allá de lo que se percibe, ese mar que intuye, mediante la sinestesia, como puerta a la libertad: «Detrás de los árboles una iglesia de rejas altas y paredes lisas y algunos edificios apenas entrevistos y muy al fondo el mar, que sólo se percibía como una luz y un perfume remoto».

El antihéroe que crece tras la guerra, enfrentado a un mundo amoral, relaciona los personajes de Salinger y los de Padura, sin embargo las ganas de vivir de Mario Conde y El Flaco superan el miedo al futuro y las obsesiones peligrosas del protagonista de Un día perfecto para el pez plátano: «...y leyó la historia del hombre que conoce todos los secretos del pez plátano y quizá por eso se mata, y se durmió pensando que, por la genialidad apacible de aquel suicidio, aquella historia era pura escualidez».

Padura consigue asimismo una historia escuálida, tanto que podríamos hablar de simbolismo. Es una novela policíaca y no importan tanto las acciones sino el interior, lo más hondo del protagonista y de los otros personajes. Es una novela negra y el asesinato apenas tiene repercusión, no hay crudas imágenes del caso y sí del día a día, de lo vivido en la ciudad por gente corriente, de lo que entendemos por “la naturalidad”. El determinismo del pueblo cubano en general se une al fatalismo encarnado en el Flaco y al existencialismo de Mario Conde. Entre todos conforman la condición humana y la introducen en un nuevo concepto de novela negra en la que las pesquisas no son sino excusas para reflexionar sobre la vida y la situación en Cuba: extorsiones, corrupción, falta de libertad y gran desigualdad entre clases sociales.

Una tendencia absolutamente natural en la que no llaman la atención la irreverencia de ciertos vulgarismos utilizados en situaciones estresantes: «porque yo me cago en las casualidades y amén», ni las frases inacabadas del registro popular, o los refranes: «Ponme ahí al Flaco, despiértalo, que se levante, borracho de mierda ...
–Dime con quién andas...—se rio Josefina y dejó el teléfono» .

Una tendencia en la que las metáforas adquieren toda la fuerza de los sentimientos, lo primario del ser humano «Los ojos son dos almendras pulidas, clásicas, un poco humedecidas. Justo lo necesario para sugerir que en verdad son dos ojos y hasta pueden llorar».

Un estilo en el que las ironías pierden su fuerza al estar arropadas por la melancólica nostalgia de un pasado y la dureza de un presente «su estómago vacío bailaba [...] Pensaba en Tamara, en Rafael, en el Flaco Carlos, en Aymara [...] pensaba en sí mismo, dentro de aquella oficina fría en invierno y tan caliente en verano, mirando las hojas de un laurel y empeñado en encontrar a alguien a quien nunca hubiera querido buscar. Todo perfecto».

Un estilo en el que el humor también hace acto de presencia, como parte de la cotidianeidad «...nació el Cojo [...] y fue al que se le ocurrió hacer una revista del taller literario y formó sin quererlo la descojonación» y como homenaje a sus maestros «pues se me ocurrió escribir el cuento, pero sin ser anticlerical expreso, sino sugerido, mejor dicho, sumergido, como el iceberg del que habla Hemingway».

Una tendencia en la que las constantes digresiones se aprovechan de las descripciones para filosofar sobre las formas de vida, las ocupaciones o el transcurrir de la ciudad «Le hubiera gustado ir al estadio, necesitaba aquella terapia de grupo, que tanto se parecía a la libertad, en la que se podía decir cualquier cosa, desde putear a la madre del árbitro hasta gritarle comemierda al manager [...] y salir de allí [...] relajado, afónico y vital.»

Un estilo en el que el caos en el que se ve envuelta la policía para resolver los casos, y la propia ciudad, para resolver la vida, se ve acrecentado por la manera de transcribir las entrevistas: las preguntas de la policía no aparecen, sólo encontramos una sucesión de respuestas, algunas inacabadas, que desconciertan y confunden «...me parece mentira eso de que Rafael no aparezca por ningún lado, yo todavía no lo creo [...] tiene que haberle pasado algo [...] y cómo Rafael se portó conmigo, mejor que si hubiera sido el padre del niño, que si carne, que si un carro para el hospital [...] El pobre ... Una llamada. ¿Una llamada el día primero? No, no, si la última vez que yo lo vi fue el día 30.»

Una tendencia nueva, fantástica, como casi todo lo que surge del acoplamiento entre lo tradicional y lo actual.

Enlace: http://elblogaurisecular.blo..
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Retse
 15 September 2022
Primer libro de la tetralogía de Mario Conde "Las cuatro estaciones", del escritor periodista y guionista cubano Leonardo Padura.
Padura nos presenta a un personaje de características peculiares, presentándonos un caso a resolver a la vez que conocemos el pasado de un sujeto desaparecido que entrecruza su vida con la del detective Mario Conde.
No solo se centra en la resolución del caso, a la vez muestra a los personajes en sus facetas más humanas mostrando sus virtudes y sus miserias.
Esta novela nos acerca a un Padura que va a ir madurando a la vez que sus novelas. Autor imprescindible que nos presenta la imagen de Cuba desde su perspectiva de a pie.
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pasiondelalectura
 04 July 2018
Pasado perfecto” es el primero de la tetralogía sobre el detective-teniente Mario Conde conocida como ” Las cuatro estaciones “; estamos en el invierno habanero.
Mario Conde nos cuenta su pasado en el Pre-universitario donde conoció a todos sus amigos que iremos re-encontrando en los opus sucesivos. Y sabremos también que su compañera Tamara ejerció un tremendo atractivo físico sobre él. El destino hará que se reencuentren en condiciones dramáticas ya que el esposo de Tamara desaparecerá y es Mario Conde el encargado de investigar el caso.
El libro sirve también para saber sobre las otras amistades del pre universitario, como por ejemplo con el Flaco Carlos, hoy un obeso recluído a una silla de ruedas, a la madre del Flaco, la buena Josefina alias Jose quien lo quiere como un hijo y le cocina ricos platos caseros, como el bacalao a la vizcaína, arroz blanco, sopa polaca de champiñones mejorada con acelga, menudos de pollo y salsa de tomate, plátanos maduros fritos y ensalada de berro, lechuga y rábano.
Estamos en La Habana y el Viejo, o sea, el jefe de Mario Conde es un fino conocedor de puros, llamados habanos en esas tierras cubanas.
Sin olvidar la música, omnipresente en Cuba y en los libros de Padura, como por ejemplo la canción de Los Beatles a la cual Conde hace alusión varias veces porque estaba de moda durante su pre universitario: Strawberry Fields de 1967-68, un acto de magia irrepetible cuya melodía era la bandera de sus nostalgias por un pasado donde todo fue simple y perfecto.
Enlace: https://pasiondelalectura.wo..
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Vidéo de Leonardo Padura
El escritor Leonardo Padura departió con el público en el Auditorio del Centro Niemeyer en la presentación de «Personas decentes” (Tusquets).
Entrevistadora: Delia García Lobo.
«Personas decentes» La Habana, 2016. Un acontecimiento histórico sacude Cuba: la visita de Barack Obama en lo que se ha llamado el «Deshielo cubano» —la primera visita oficial de un presidente estadounidense desde 1928—, acompañada de eventos como un concierto de los Rolling Stones y un desfile de Chanel, ponen patas arriba el ritmo de la isla. Por eso, cuando un exdirigente del Gobierno cubano aparece asesinado en su apartamento, la policía, desbordada por la visita presidencial, recurre a Mario Conde para que eche una mano en la investigación. Conde descubrirá que el muerto tenía muchos enemigos, pues en el pasado había ejercido de censor para que los artistas no se desviaran de las consignas de la Revolución, y que había sido un hombre déspota y cruel que había acabado con la carrera de muchos artistas que no habían querido plegarse a sus extorsiones. Cuando unos días después se encuentra un segundo cadáver asesinado con el mismo método, Conde deberá descubrir si las dos muertes están relacionadas y qué hay detrás de estos asesinatos.
A esa trama, se suma una historia que escribe el protagonista, situada un siglo antes, cuando La Habana era la Niza del Caribe y se vivía pensando en el cambio inminente que produciría el cometa Halley. Un caso de asesinato de dos mujeres en La Habana Vieja destapa la lucha abierta entre un hombre poderoso, Alberto Yarini, refinado y de buena familia, capo de los negocios de juego y de prostitución, y su rival Lotot, francés, que le disputa la preeminencia. El desarrollo de esos hechos históricos tendrá conexión con la historia del presente de un modo que ni el propio Mario Conde sospecha.
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