La libertad de prensa no es una actitud tolerante del Estado, que permite la publicación de más o menos cosas. No es una concesión graciosa del gobernante en turno. Es algo mucho más profundo. Es una auténtica relación entre la teoría y la praxis. Es la comunicación que permite enjuiciar las órdenes, las leyes y las conductas del Estado, a partir de su incidencia práctica y racionalizar críticamente los comportamientos ordinarios.
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