Me habían recomendado en varias ocasiones este thriller y la verdad que ya hacía tiempo que me picaba la curiosidad por descubrir a este autor. Era pues, un libro al que me adentraba con bastantes expectativas. Pero lo cierto es que no me fascinó. Pasé por tres fases diferenciadas durante su lectura: Una primera, cuando nos presentan al personaje de Sophie, una mujer que se enfrenta a pérdidas de memoria y lo que es peor, a muertes a su alrededor que parecen indicar que ella es la responsable. Durante este tiempo me he sentido descolocada, pues el autor juega a ponerte en la piel de la protagonista, haciéndote atravesar esos estados mentales de confusión y lagunas mentales. Realmente no llegas a saber qué está pasando y te acabas encontrando totalmente en un estado de desconcierto. El segundo punto de inflexión, en el que “se descubre el pastel” , que en mi opinión es la parte más floja porque en ocasiones me ha resultado repetitiva y por momentos inverosímil. No me quiero extender en ella porque sería hacer un spoiler monumental. Y por último el desenlace, que ha conseguido captar ligeramente mi interés y que además es un final digamos que acorde a como se ha ido desarrollando la trama. Partiendo de esto, he de decir que no ha sido una novela que me haya entusiasmado notablemente y que, aunque sea un poco diferente a otras cosas que he leído, seguramente no se convertirá en uno de los thrillers que recomendaría, porque considero que no llega a tener potencial de adicción y que en ciertos momentos puede perder interés. Aún así me alegra haberme quitado la espinita con el autor. |