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Crítica de laberintosdetinta


laberintosdetinta
30 December 2017
Empiezo de la forma más imparcial (risas) posible, es un novelón. No puedo resistirme a contar, en primer lugar, lo fascinada que he quedado con este libro. Lem toma un tema bastante habitual en la ciencia ficción desde sus inicios, el contacto entre los humanos y otras especies extraterrestres, y con este tema tan clásico entre los clásicos consigue dar una imagen completamente diferente y renovadora del género.

¿En qué reside la diferencia? Lem se puso las pilas y le dio la vuelta a lo que le disgustaba del género, por ejemplo, siempre que se trataba este contacto entre especies inteligentes, las novelas de ciencia ficción menos trabajadas daban una respuesta facilona a diferencias de lenguaje (dispositivos de traducción, comunicación no verbal…) y de culturas. Además, era una ciencia ficción que proponía modelos antropomórficos ideales demasiado androcéntricos y poco creíbles (teniendo en cuenta todas las variables evolutivas)… lo que no concordaba nada con lo que el autor veía en este género con tantas posibilidades. de ahí que la gran idea para su trabajo fuera todo lo contrario. Una especie que es tan diferente en forma y contenido que es prácticamente imposible comunicarse con ella.

En Solaris esta nueva civilización consciente, como dice en la sinopsis, es un “océano” que abarca toda la superficie del planeta. Por lo tanto, ya tenemos una forma biológica exterior muy diferente a la nuestra, pero ¿cómo se comunica un océano, una masa de seres vivientes? El concepto masa es muy interesante, porque al platearnos esta forma de vida el autor nos pone ante la dicotomía del océano de Solaris como un ente plural, una mente colectiva frente a nuestra clara separación mental individual.

La estructura de la novela también es muy interesante, por un lado tendríamos al protagonista, Kris Kelvin, intentando hacerse con la nueva situación que se ha desencadenado en la base de investigadores en Solaris y por otra, lo tenemos paseando por la biblioteca, es decir, la acción está mediatizada por Kelvin, solo sabemos lo que él ve y lo que él siente a través de la narración en primera persona. Esta persona narrativa es algo arriesgada, solo hay que ver la de novelas juveniles que han maltratado esta narración, pero Lem la dirige con mano firme, nunca se va por derroteros que no importan, no tenemos largas reflexiones sobre temas absurdos, explicando lo mismo una y otra vez. La primera parte, Kris y los acontecimientos extraños en la base, forman parte la narración principal, en la que se dan todos los acontecimientos narrativamente relevantes y, para mi sorpresa, me encontré ante una novela de ciencia ficción con toques de suspense y de thriller psicológico y filosófico (con muchas influencias cartesianas y existencialistas). Hay una tensión constante con ese hecho tan extraño que se explica en la sinopsis.

Las visiones de personas que en realidad están muertas acosan a todos los miembros de la base y los aísla, de hecho, el motivo que mueve la acción, lo que hace que Kelvin vaya a Solaris, es el suicidio de uno de los miembros ante esa situación que lo vuelve loco. En Solaris tenemos una ambientación claustrofóbica y opresiva (tened en cuenta que es una base móvil en medio de un océano con conciencia que la podría engullir fácilmente), que reproduce la mente de Kris y la explora de cabo a rabo. Creo que la exploración psicológica de los personajes es de lo que más me ha hecho disfrutar del libro, ya que es una de las carencias que se le suele achacar a la c.f.

La otra parte de la narración, el refugio de Kris en la biblioteca, uno de los pocos sitios desde donde no se ve el océano, se utiliza para darnos datos del mundo literario, de Solaris, sin ser demasiado pesado u obvio en las explicaciones. Kris revisa cientos de libros solaristas para intentar comprender qué pasa a su alrededor y así nosotros nos enteramos de su historia. Es una manera más elegante, ya que nunca pierde el ritmo narrativo, de ofrecer información sin atacarnos con el infame infodump.

Algunos de esos informes que nos presenta tienen como punto central el intento de comunicarse con el océano sin éxito, aunque se han visto muestras de voluntad y, por lo tanto, de conciencia en él. Las preguntas que esto ofrece son muy sugerentes y pocas veces se habían dado en la ciencia ficción clásica: ¿Por qué no nos responden? ¿No nos ven o no nos oyen? ¿Nos ven y oyen, pero no les importamos? ¿O puede ser que no nos perciban como vida inteligente? Puede que ni siquiera tengan el instinto de comunicarse con nosotros, o que su forma de comunicarse sea diametralmente opuesta a la nuestra y por eso cualquier intento está destinado al fracaso. Si tuviera que definir esta parte de la trama con una palabra sería "incertidumbre". Ante las aseveraciones que se hacen sobre especies extraterrestres en otras novelas, Lem nos pone en otra tesitura, ¿y si no fueramos capaces de comunicarnos con la vida inteligente, a pesar de encontrarla? Eso sería lo más probable, Lem quiere que nada se dé por supuesto, que nos enfrentemos a nuestras limitaciones, que no nos creamos el centro del universo y asumamos que no podemos controlarlo o conocerlo todo.

Frente a otros autores que se centran en explicar diferencias culturales entre especies galácticas, Lem trabaja con un plano más profundo, con las diferencias cognitivas, lo que sin duda es un paso innovador en el género, por eso es una trama sumamente sugestiva e inteligente. Y básicamente, como toda buena ciencia ficción, lo importante es que nos habla de nosotros mismos, de nuestras ansias de grandeza y eso queda patente con las apariciones espectrales que reciben Kelvin y compañía, que les obligan a ir hacia un grado de introspección que nunca se hubieran atrevido a conocer. Es decir, ¿cómo vamos a comprender a una especie alienígenia si ni siquiera nos comprendemos ni conocemos a nosotros mismos? Un ejemplo muy simbólico es la cantidad de libros que hay en la biblioteca de la base, hay miles de ejemplares y realmente no se sabe casi nada de Solaris que justifique esa ingente cantidad de textos, es decir, a los seres humanos nos gusta teorizar sobre lo que no entendemos y acumular conocimientos (que nosotros mismos damos por válidos debido a nuestra experiencia) para sentirnos más seguros: es tremendamente irónico comparar la vasta bibliografía solarista con la falta de conocimientos reales.

También me ha gustado que el protagonista se distancie del típico científico de la ciencia ficción de los años 50: el físico, el ingeniero, el matemático. Kelvin es psicólogo, una ciencia de carácter social, por lo tanto el autor lo lleva por un camino mucho más antropológico, lo que es una perspectiva interesantísima. Otro punto fuerte sería la paranoia constante, ¿por qué aparecen réplicas de personas muertas? Solo podrían aparecer tan fieles si fueran reproducciones de tu propio cerebro, por lo que se baraja la hipótesis de que el océano se esté comunicando a través de una especie de psicoanálisis, pero no entienden cuál es el propósico. La incomprensión es otro concepto clave junto con la incapacidad de comunicarse, ni uno ni otros saben cómo comunicarse entre ellos ni lo que quieren decir cuando se comunican por lo que cada parte puede hacer una interpretacion de lo que ve que puede o no acercarse a la verdad.

En resumen, intentar entender Solaris y darnos de frente con un muro de piedra es básicamente la premisa de Solaris, un círculo vicioso que obliga a la novela y al mismo lector a autocuestionarse; es una novela autorrreferencial tanto de ella misma como del género en sí. En Solaris nada es seguro, todo lo que sabemos se fragmenta y se reconstuye, en fin, ¿qué más se puede pedir cuando nos ofrecen este virtuosismo literario?
Enlace: https://laberintosdetinta.bl..
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