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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
30 May 2018
Pachinko es la historia de Sunja, mujer sencilla, callada y, sobre todo, trabajadora. al tiempo es una mujer extraordinaria; en su humildad es el pilar y la columna vertebral de su familia y, en lo que respecta a la novela, es el eje fundamental que sostiene toda la trama.

La historia arranca en Yeong-do, un islote de ocho kilómetros de largo junto a la ciudad portuaria de Busan, Corea. Sunja es descendiente de unos pescadores que, además de ahorradores y muy trabajadores, también eran emprendedores, y que decidieron progresar alquilando habitaciones de su casa a otros pescadores, hasta que al final acabaron convirtiéndola en un hostal.

A partir de ese momento la familia se dedicó con mimo y abnegación al cuidado de sus huéspedes, que eran su sustento; les lavaban la ropa, les preparaban la comida... En definitiva, estos huéspedes llegaban a ser parte de la casa, uno más de la familia. Aportaban una parte de su salario a cambio de todos los servicios que se les prestaban, y en la familia cada uno sabía y entendía lo que había que hacer.

Con el tiempo el negocio pasa al padre de Sunja, Kim Hoonie. Él y su esposa, Yangjin, lo llevan con la misma diligencia que sus antecesores, inculcando en su hija los mismos valores: trabajo duro, sencillez, renuncia a sus propios intereses por el de sus huéspedes... Pero todo sin renunciar al amor incondicional de ellos, como padres, hacia su hija, Sunja.

Sunja crece, y su infancia es feliz y segura junto a la figura paterna, el faro que ilumina a toda la familia, así que cuando esa figura desaparece de las vidas de Sunja y de su madre, el halo de seguridad rocoso y duro que Kim representaba comienza a reblandecerse de alguna manera. En consecuencia, el rigor amoroso por el que se conducía su hija empieza a lentecer, y nuevos aires y pensamientos la absorben conquistando su mente, aunque no deja entrever estos cambios a quienes le rodean, mucho menos a su madre.

Koh Hansu, hombre maduro, avispado y con posibles, siempre ve la oportunidad y, haciendo honor a sus cualidades, no le pasa desapercibida la nueva Sunja. Con paciencia, tesón y conocimiento, va conquistándola poco a poco hasta que pasa lo que tiene que pasar: al final uno más uno serán tres. A partir de este punto, la novela empieza a cabalgar al ritmo de los acontecimientos y pensamientos de Sunja. Todas las creencias y valores que forjaban aquella roca dura que sustentaba su existencia empiezan a resquebrajarse, y se apoderan de ella los miedos y las dudas, con los que contamina a su propia madre, Yangjin.

Isak Back, joven pastor protestante, huésped inesperado y casual, entra en las vidas de madre e hija como rayo luminoso salvador de la situación, del negocio y de la honra familiar. Una vez casados, todo se ha solucionado: a ojos de sus vecinos ya no peligra su honra ni su negocio. A cambio, Sunja debe marcharse con su marido a Osaka y dejar su paraíso, su mundo conocido.

En Japón, la tierra prometida, nace un hijo, nace otro más, y se suceden los días, los meses y los años. Con ellos vienen otros tiempos más duros y dolorosos, en los que los inmigrantes coreanos son los extranjeros, los que nadie integra. Deben adaptarse a todos los cambios sociales, laborales, políticos, a la guerra y a las nuevas experiencias... sin dejar de soñar jamás con su querida tierra coreana.

La abnegada Sunja, al igual que los suyos, debe trabajar duramente para sobrevivir en tierra hostil; como extranjera, debe sobrellevar una guerra donde no queda nada para nadie. Pero no está sola: de todos sus ancestros y sus experiencias ha aprendido que la perseverancia, el trabajo duro y los valores, junto con las creencias que les acompañan, le ayudarán a expandir su luz y su fuerza alrededor de su círculo, ya sean sus hijos, su madre, sus cuñados o los padres de sus hijos. Ella es y será la piedra angular de todos, la que sabrá mirar más allá y la que, como Moisés, los conducirá a la tierra prometida, una tierra sólida y consolidada que es su familia. de ella emanan todas las energías y fuerzas para superar las vicisitudes y circunstancias que la vida les acarrea y les acarreará.

Sunja es todo eso y más: algunos de los suyos la perciben como una amenaza, y otros la aceptan y la valoran tal como es y como debe ser. Pachinko es una fábula en la que, a través de la vida de Sunja, conocemos el sentido y la importancia de los valores y las creencias para aquellos que los siguen y los dirigen... vemos como se expanden gracias a ellos, sacando lo mejor de sí mismos.

Al final, lo que la protagonista nos enseña es que la perseverancia y la resiliencia (o la falta de ellas) suman o restan, y que, dependiendo de la opción, potencian o disminuyen la felicidad. Se trata de una lectura verdaderamente recomendable. Es de esas narraciones que siempre te centran y te enseñan a valorar las pequeñas cosas, y con su lectura descubres que el trabajo duro siempre es un valor y una recompensa en sí mismo.

Con claras connotaciones dickensianas, Min Jin Lee nos describe en Pachinko todo lo anterior con humildad y ternura, usando un lenguaje sencillo, cristalino y claro donde la coherencia no solo no desaparece, sino que impregna tanto las páginas como las vidas de todos los personajes que pululan por este cautivador universo tan sabiamente creado.
Enlace: https://inquilinasnetherfiel..
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