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Crítica de CARMINA


CARMINA
02 February 2018
Para toda madre, no puedo hablar por ellos, un hijo es el regalo más grande que pueda tener, aunque como en la situación de Julie, este llegue de una relación que se rompe al poco tiempo y de un padre que se desentiende de su hijo y le suponga romper lazos con sus progenitores que no aceptan que su hija traiga al mundo a un niño no deseado.

Pero Julie lucha día a día por ese niño y lamenta no poder darle más, porque con el cariño que ella destila no le recompensa de todos los bienes materiales que carecen, de todos aquellos alimentos que no puede darle e incluso de tantas horas al cuidado de una vecina. Sin duda la vida de Julie no es nada fácil y tiene que mantener un trabajo que la denigra como persona, un jefe que no tiene en cuenta su situación personal y unas compañeras que miran para otro lado, porque cada palo que aguante su vela.

Por eso no es de extrañar que cuando un cliente se interesa por las lágrimas que vierte, la invita a comer, le da conversación, acepte, porque tener una comida decente en la barriga es muy importante. Y tampoco es de extrañar cuando esa misma persona le ofrece compartir unos días con su hijo y con él en la playa, en su casa de la Bretaña, al final piense más en darle una alegría a su hijo que en ella misma.

Otra cosa muy distinta es lo que nosotros hubiéramos hecho en su lugar, primero porque no tenemos 20 años y tenemos a cargo a un niño de tres, con un trabajo que apenas da para pagar el alquiler y mal comer. de verdad no me he parado a juzgar a Julie, más bien he intentado colocarme en mis veinte años, sola y con un hijo de tres y no se si hubiera tenido fuerzas para sacarlo yo sola adelante en las circunstancias de esta chica.

De ahí arranca una historia de amistad entre Julie y Paul, un hombre mayor, si lo vemos desde la perspectiva de Julie, recién separado de su segunda mujer, y con un hijo al que sacar de un pozo de desesperación. La proposición de Paul no es altruista, piensa que Julie y su hijo pueden ser el revulsivo que necesita Jerôme, su hijo, para salir de la espiral de autodestrucción y tristeza en la que se ha sumergido tras la muerte de su mujer.

A Paul le sobra lo que le falta a Julie, dinero, y no sabe como gastarlo, su hijo está emancipado y bien posicionado y no tiene nietos a los que agasajar, ¿porque no compartir lo que a él le sobra con una muchacha que le puede ayudar a enderezar su vida y la de Jerôme?.

Y el tercer vértice de este triangulo es Jêrome, quién piensa que su padre se ha vuelto loco, que Julie es una interesada que va tras el dinero de Paul, si no porque una chica tan joven se avendría a un plan tan descabellado como el que le ofrece el excéntrico millonario. Jerôme está enfadado con la vida y consigo mismo, no le hace gracia compartir las vacaciones con una extraña y se comporta como un niño hasta que Julie y su hijo se lo van ganando. de todos los personajes este es el que más evoluciona, al que más cuesta entender, aunque poco a poco cuando vas conociendo el porque de su tristeza y de su amargura empiezas a ponerte en sus zapatos.

Y por último Lulú, ese niño de tres años con el que se me ha caído la baba, un candor de chiquillo que da alegría a raudales a pesar de las privaciones y que en esas vacaciones en La Bretaña será el alma, y quien dé luz y calor en esa casa.

Hasta aquí podríamos decir que tenemos la primera parte del libro, se nos presentan a los personajes y los colocan en una situación forzada para los tres, Julie porque ha aceptado la invitación de un extraño, Paul porque no sabe si ha hecho bien en invitarla y obligar a su hijo a compartir con ella sus vacaciones y Jerôme porque la siente como una intrusa y no es capaz de ver más allá de su enfado y su dolor.

Poco a poco y ante una convivencia no del todo exenta de dificultades pasan las semanas y las vacaciones. Lo que no esperaban ninguno de ello es el vuelco que les va a dar la vida. Y ahí es donde comienza la segunda parte, y que conste que estas divisiones son mías y no de la autora, en la que todos y cada uno de los personajes nos dan una lección de vida, una forma de enfrentarse a la tragedia y al dolor, mostrándonos las etapas por las que pasa una persona sometida a una prueba tan dura. Unas etapas que yo también he tenido que vivir salvando las distancias, y que me gustaría saber llevar tan bien como Julie.

En medio de tanto dolor, de la desesperación mas absoluta, la autora introduce notas de humor, y pinceladas de optimismo, las que aportan personas que trabajan en entornos hospitalarios y que saben como aligerar el dolor de los acompañantes, es tan importante dejarse llevar y consolar por ellos. Por eso creo que nadie que no haya pasado por una situación semejante es capaz de escribir un libro de este calado en el que los sentimientos juegan un papel tan importante. Me sentí montada en una montaña rusa de sensaciones, de la tristeza, a la esperanza, de ahí a la sonrisa, para volver a desesperarme. Puede que mi situación personal me influyera no digo que no, pero también la forma de escribir la autora que hace fácil lo difícil.

A la hora de tratar estos temas es fácil dejarse llevar por la sensiblería, escribir escenas lacrimogenas , muy alejadas de la realidad. Sin embargo, Agnés apuesta por ceñirse al realismo, mostrarnos la dureza de las situaciones sin regodearse en ellas, y de ese modo aporta más veracidad a su trama. Esto junto a unos personajes bien construidos y dibujados, dotados de gran humanidad que a veces pueden traspasar hasta el papel hacen que la historia fluya entre tus manos a pesar de la dureza de la situación que describe.

Si el punto de partida nos puede parecer inverosímil, la trama da un giro para dotarlo de un final memorable, de esos que se quedan en la memoria del lector, un final en el que el optimismo gana partida al dolor y demuestra que la vida sigue a pesar de todas las ausencias del mundo y del dolor que podamos sentir.


Conclusión:

Justo antes de la felicidad es un canto a la vida, a la amistad, al amor, a la supervivencia, un canto a la superación. Escrito en tercera persona, con un narrador casi omnisciente, unos personajes entrañables y un lenguaje casi coloquial aunque al mismo tiempo cuidado, Justo antes de la felicidad es una trama dura, muy dura si se quiere que descoloca tus sentimientos, los monta en una montaña rusa y saca lo mejor de ti mismo como lector.

Si algo he aprendido de este libro, y no es algo que no supiera ya, es que la felicidad en si misma no existe, si no que está formada de pequeños momentos, y son esos los que tenemos que aprehender y ser capaces de vislumbrar.

Quizás este no sea un libro para todos los públicos, quizás haya quien quiera ver lo que en él no se encuentra sin embargo, es una novela capaz de remover conciencias, que fluye en las manos de lector que en más de en una ocasión puede verse necesitado de hacer una pausa, porque la pena le oprima la garganta o las lágrimas aneguen sus ojos.

Enlace: https://detintaenvena.blogsp..
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