—Lo tienes todo en el mundo para rendirte, para caer derrotada de rodillas frente al dolor.
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—Lo tienes todo en el mundo para rendirte, para caer derrotada de rodillas frente al dolor.
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Comprendí entonces que mi hermano nunca entendería el verdadero poder de las historias: el poder para cambiar nuestro modo de entender el mundo.
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Hoy el dolor nos ha vencido, aquí, pero llegará el día en que recuperaremos incluso este mismo cruce maldito. Se lo arrancaremos al dolor de sus garras afiladas.
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El poder es algo invisible pero tan inamovible como una roca: algunos lo tienen, otros sueñan con él antes de quedarse dormidos... y otros lo combaten. Usted es una amenaza para el poder (...). Desobedece. Y el poder siempre busca aplastar a quienes desobedecen. - No desobedezco por gusto, lo que pasa es que no me han dejado otro remedio (...) |
Me fijé en la manera en que Rafael sostenía el libro entre sus manos bronceadas: no era nada para él. Comprendí entonces que mi hermano nunca entenderá el verdadero poder de las historias: el poder para cambiar nuestro modo de entender el mundo. Rafael ni siquiera tenía miedo de lo que pudiera poner en sus páginas o del impacto irreversible que las palabras de su autora habían tenido en ni. El libro era sólo un objeto insignificante para él
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Con Rafael había que ser perfecta siempre, cada segundo. Si veía un sólo centímetro de carne donde clavar los dientes, se cebaba en él hasta que la sangre empezaba a salir.
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Si a alguien bueno le pasa algo terrible puede que se vuelva malo, por rencor o por venganza. Pero sabe Dios que nunca jamás una desgracia ha vuelto santo a ningún villano.
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"-𝘛𝘶́ 𝘱𝘪𝘦𝘳𝘥𝘦𝘴, 𝘺 𝘺𝘰 𝘨𝘢𝘯𝘰.-"
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—Algún día, cuando tú desobedezcas, cuando no tengas otra opción que desobedecer, también te odiarán a ti. (…) —No, a mí eso no me pasará, ni a ninguna de mis hermanas. Pero aun así podrías ser un poco más normal. Solo un poco más como se espera que seas —le dije sin mirarla todavía—. Tal vez si finges, algunos bodegueros de la zona se animarían a contratarte más a menudo y podrías dejar de malvivir en esa casucha tuya. (…) —¡Oh, Gloria! Estás muy equivocada si crees que por portarte bien y estar calladita te vas a librar —me dijo—. No nos libramos ninguna. Tarde o temprano harás o dirás algo que no encaje con las normas y con lo que se espera de ti, y entonces verás esa misma mirada de desprecio en sus ojos, pero esta vez dirigida a ti. |
Así es el dolor: puede parecer invisible a los ojos, pero con la luz adecuada o el calor del sol siempre vuelve a aparecer.
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¿Quién es el autor/la autora de Episodios Nacionales?