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Crítica de MariaT


MariaT
09 October 2020
Que Ursula K. le Guin es una de mis escritoras favoritas es algo que no es nuevo para ninguno de los seguidores del blog. Con cada nueva lectura esta opinión solo se ve confirmada. Para seguir con mis recomendaciones del #LeoAutorasOct quiero hablarles de la mano izquierda de la oscuridad: una de sus obras más alabadas y que hasta ahora no había tenido la oportunidad de descubrir. Publicada por primera vez en 1969, fue galardonada con los premios Nebula y Locus a la mejor novela. Ahora la podemos encontrar de nuevo en las librerías gracias a una reedición que acaba de publicar la editorial Minotauro dentro de su colección de “Esenciales” con la traducción de Francisco Abelenda.

“Escribiré mi informe como si contara una historia, pues me enseñaron siendo niño que la verdad nace de la imaginación”.

Ambientado en un futuro remoto, el libro nos narra la historia de Genly Ai, un enviado que tiene como misión visitar un planeta llamado Gueden, para convencer a sus pobladores de que se unan a Ecumen, la unión de mundos a la que él representa. Pero el gélido planeta en el que tiene que cumplir su tarea, conocido como Invierno por sus extremas temperaturas, tiene una característica que lo hace diferente a los otros ochenta y tres mundos que ya forman parte de Ecumen: sus habitantes son hermafroditas, y pueden adoptar un sexo y otro durante el periodo de celo conocido como kémmer y que ocurre un par de días al mes. Para luego pasar el resto del tiempo sin ninguna distinción de género, siendo un todo.

Ai llegará a una nación llamada Karhide y allí contará con la ayuda de Estraven, un alto cargo de ese país donde un rey loco es el que lleva las riendas. Pero convencer a un pueblo completamente aislado, que vive a diecisiete años luz del planeta habitado más próximo y que no tiene ni la tecnología para volar, de que existen otros mundos donde los humanos son capaces de viajar entre las estrellas es una tarea complicada y peligrosa. Especialmente, cuando la invitación para aliarse con el resto de la humanidad que puebla esos mundos lejanos para establecer comercio y compartir conocimientos puede ser interpretada como una forma de ceder su soberanía a manos extrañas y tecnológicamente más avanzadas.

“La luz es la mano izquierda de la oscuridad, y la oscuridad es la mano derecha de la luz. Las dos son una, vida y muerte, juntas como amantes en kémmer, como manos unidas, como el término y el camino”.

Pero ante la imposibilidad de avances en su misión y cuando su aliado principal en Karhide es declarado traidor y obligado a abandonar el país, nuestro enviado se plantea que quizás sea hora de intentar que sea el gobierno del país vecino, Orgoreyn, el que acepte la oferta de Ecumen. Por ello se trasladará allí y podrá ver las características de dos pueblos que, aunque vecinos son realmente muy diferentes entre sí. Observar las disparidad de organización política de esos territorios limítrofes que, aunque en disputa continua por terrenos o bienes, hasta ahora nunca han entrado en guerra, es asombroso. Así como también desentrañar su cultura o maneras de organización y lo que ello implica.

Pero lo que verdaderamente es fascinante en el libro es descubrir cómo funciona un lugar donde las distinciones de género no existen. Primero, esa falta de un sexo definido en términos binarios causa a nuestro protagonista un gran desconcierto, porque su propia educación le hace tratar de catalogar a los habitantes de Gueden como hombres o mujeres según sus acciones o actitudes. Sin entender al principio que ello es inútil, porque allí no es necesario. Simplemente son humanos, sin más. Sin todas las presiones que implican para nosotros los crecidos en un mundo dual. Uno que nos obliga a actuar de una manera u otra según nuestro “sexo” y lo que se espera de nosotros por haber nacido mujeres u hombres. El capítulo siete del libro, titulado “La cuestión del sexo” es para enmarcar. Que hace más de cincuenta años le Guin fuese capaz de hacer tanta crítica a los roles de género nos demuestra lo adelantada que estaba a su tiempo.

“Cualquiera puede cambiarse en cualquiera de los dos sexos. Esto parece simple, pero los efectos psicológicos son incalculables. El hecho de que cualquiera entre los diecisiete y los treinta y cinco años, aproximadamente, pueda sentirse «atado a la crianza de los niños» (como dice Nim) implica que nadie está tan «atado» aquí como pueden estarlo, psicológicamente o físicamente, las mujeres de otras partes. Las cargas y los privilegios son compartidos con bastante equidad: todos corren los mismos riesgos o tienen que afrontar las mismas decisiones. Por lo tanto, nadie es aquí tan libre como un hombre libre de cualquier otra parte”.

Intrigas, traiciones, planetas lejanos, política, profecías, confianza… La mano izquierda de la oscuridad, de Ursula K. le Guin, es una novela fascinante de principio a fin. Una obra que nos presenta un mundo en el que los humanos son un todo porque el género no importa, donde las distinciones y las diferencias entre hombres y mujeres no tienen ninguna relevancia. Con una ambientación fascinante que nos hace sentir el frío de ese planeta remoto y que nos cuenta una historia sobre la importancia de llegar a entender al otro a pesar de nuestras diferencias. Que nos invita a olvidar nuestros prejuicios. No puedo hacer otra cosa que recomendarles que si aún no lo han hecho le den una oportunidad. Yo tengo ganas de seguir leyendo sobre esos mundos lejanos que tan bien sabe crear le Guin para hablarnos de los problemas que tenemos en nuestro pequeño rincón del universo.

¿Han leído La mano izquierda de la oscuridad? ¿Les llama la atención?
Enlace: http://inthenevernever.blogs..
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