La bruja

4/5 estrellas.

La bruja, por Camilla Läckberg, es la décima entrega de Los crímenes de Fjällbacka, y presenta tres líneas temporales.

Desde el comienzo nos encontramos con que Linnea, una niña de cuatro años, ha desaparecido de una granja en las afueras de Fjällbacka, trayendo consigo recuerdos dolorosos e inquietantes pues, treinta años atrás, otra niña desapareció en el mismo lugar, hallándose muerta más tarde.

Durante esa época, dos chicas de 13 años se presentan como las únicas testigos, convirtiéndose luego en sospechosas y, posteriormente, culpables al declarar haberla matado. Sin embargo, días después retiran su declaración y, ante su corta edad, terminan siendo liberadas, dejando a la policía más que confundida y sin un presunto asesino. Treinta años después, los habitantes de Fjällbacka temen que el responsable se encuentre nuevamente entre ellos.

Al mismo tiempo, y sin una clara relación al principio, tenemos la historia de una mujer que, en el año 1762, es acusada de brujería.

El caso de estas niñas es el principal interés de investigación a cargo del policía Patrick y el resto de su equipo. Su esposa Erica, a su vez, se encuentra escribiendo una novela relacionada con la muerte de la primera niña, y de la mano de sus diferentes puntos de vista junto a un montón de pistas que comienzan a aparecer por todos lados, veremos cómo este crimen va tomando forma.

Bien, fue mi primera vez leyendo a Camilla y, si bien este es el décimo libro, se puede leer perfectamente por su cuenta. Lo que sí, quizá en un inicio se nos puede llegar a tornar un poco denso si no conocemos a los personajes —que son muchísimos—, nos toca ponernos al tanto, y la autora se toma todo su tiempo para introducirnos a la historia. Igual, ojo, que cada detalle nos será importante.

La verdad es que este libro fue toda una experiencia. Me costó engancharme y al principio le tenía miedo por la cantidad de páginas que contiene, pero más o menos a la mitad remontó vuelo y se leyó rapidísimo.

Lo que me gustó de la narración de Camilla es que, además de ser muy fluida, nos otorga la posibilidad de la duda. Y es que, sinceramente, esto da tantos giros que me dio a pensar que cada uno de los personajes era el culpable. A medida que vas avanzando en la historia te enteras de quién es cada uno, desde qué punto de vista está investigando el caso, y, por supuesto, qué es lo que esconde.

La verdad es que me sentí como una pelotita de ping pong, me llevaban de un lado a otro creando teorías que después me las desarmaban justificadamente una y otra vez. Qué maravilla, y qué desesperante que un libro juegue así con mi cabeza.

Tengo que ser sincera, ¡y es que estamos hablando de brujas! Por supuesto que las partes de 1762 fueron mis favoritas, muy a mi pesar, porque sufrí muchísimo todo este proceso, las falsas acusaciones, las torturas, etc. Me resulta increíble que realmente ocurrieran casos así —que, vamos, realmente pasaron—, y está todo tan bien documentado y escrito que me dolió que su incorporación al libro fuera tan forzado, incluso cuando estas tres historias terminan por mezclarse paulatinamente.

Obviamente, como ya saben, la novela negra, los thrillers y los policiales no son lo mío, pero lo que me gustó de este título es que me terminé encontrando con una historia que trata temas muy actuales. Nos lleva a encarar la xenofobia, la guerra, el bullying, distintos problemas sociales, el machismo y la violencia de género, el abuso hacia menores, también toca el feminismo, los refugiados y el odio sin sentido hacia el colectivo LGBT+. Sinceramente, nunca pensé que en sitios tan desarrollados a nivel mundial tuviéramos los mismos prejuicios como sociedad, qué triste.

En cuanto al final, me pareció que descifraron los asesinatos —tanto en la actualidad como en el pasado— de una manera genial. Estuve todo el libro planteándome las posibilidades y, aún así, no me lo esperé.

Y, a pesar de que no es mi género, si están buscando un buen policial, les puedo asegurar que lo van a encontrar acá.
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