—El universo conspira para matarte. —La chica se dejó ver por completo—. Y tenemos que salir de aquí
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—El universo conspira para matarte. —La chica se dejó ver por completo—. Y tenemos que salir de aquí
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Me enfrentaba a accidentes extraños, uno tras otro. Lo único que me había salvado era que en cada una de esas ocasiones el tiempo se había fracturado para mostrarme una posible escapatoria y, por suerte, al final siempre la seguía.
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Tenía en mi habitación dos bandanas capaces de borrar y grabar recuerdos y, en algún momento de los siguientes veinticinco años, tenía que inventarlas.
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La guerra del fin...