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Charles Thomas Tester, un joven negro de 20 años, se dedica a vivir mediante trapicheos en Harlem para poder cuidar de su padre enfermo. Un día, un viejo multimillonario llamado Robert Suydam, le escucha cantar en la calle y le propone ir a su mansión a actuar una noche a cambio de una enorme cantidad de dinero. . La editorial Runas nos trae una edición preciosa de esta novela corta, ganadora del British Fantasy Award y del Shirley Jackson en 2017, narrada desde dos puntos de vista diferentes y necesarios. Para hablar de este libro, únicamente hay que fijarse en la dedicatoria de Victor LaValle: “Para H. P. Lovecraft, con todos mis sentimientos encontrados”. Porque hay un amor hacia el maestro y al mismo tiempo una reivindicación social muy actual y necesaria. ¿Y qué tiene que ver Lovecraft con todo esto? Absolutamente todo. Esta novela corta de apenas 140 páginas es una vuelta de tuerca al relato de Lovecrat de “El horror de Red Hook”, con el que comparte algunos espacios y personajes comunes, pero escrito por LaValle de una manera totalmente diferente, haciendo un lavado del racismo y la xenofobia que desprendía el original, y mejorándolo. Y aquí algún purista de Lovecraft, y más después de haber celebrado ayer su aniversario, se me puede lanzar al cuello pero no me importa, el Rey que duerme en el fondo del mar está de mi parte. . “La balada de Tom el Negro” es una canción de conjuros de horror cósmico con la que aprenderás que hacerse invisible, camuflarse y obedecer son los mejores trucos para sobrevivir de un negro en un barrio blanco, porque solo se es invisible cuando uno es inofensivo. Así que aléjate de sociedades secretas y grimorios malditos, pon de fondo la canción de “Grinnin' In Your Face”, de Son House, y disfruta de una lectura fantástica sin olvidar que todo en esta vida tiene sus implicaciones. Tanto tú, como yo, podemos llevar dentro un infierno y desatarlo en cualquier momento. . Antes de comenzar el libro, debes pronunciar una palabra o no podré prometerte cuáles serán las consecuencias. Repítela conmigo: Ashmodai. |
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