Informe sobre ectoplasma animal

Un libro brillante. La precisión, la creatividad y la magia de estos textos de Roque Larraquy -ilustrados por magníficas imágenes de Diego Ontivero- componen un libro muy poco común, de una riqueza literaria extraordinaria. Opino que se trata de una obra fuerte, dionisíaca, pero autoconsciente: desde la construcción del texto como informe pseudocientífico hasta la interferencia de la historia política reciente de la Argentina, pasando por el siempre tembloroso criterio de demarcación popperiano entre diferentes sectores del conocimiento. Estos atributos pueden ser desconcertantes para un lector perezoso, pero un compendio de maravillas para cualquier lector atento. Creo que este libro pertenece a la categoría de obras de arte que invitan a pensar en círculos concéntricos que se acercan y se alejan de la narración. En ese movimiento de zoom cinematográfico comienzan a generarse inferencias que transportan al lector a un estado de conmoción estética masiva, de literatura en estado puro. Un informe de parapsicología, de espiritismo, nos deja pensando en los borrosos contornos de la ciencia en el sentido de la epistemología actual. Las cartas del director de la institución que agrupa a los ectógrafos -los practicantes oficiales de esta variante de espiritismo con aspiraciones positivistas- dirigidas a una autoridad política del momento nos hacen pensar en la violencia de las relaciones de poder en el sentido de la política y la biopolítica. También se desencadenan asociaciones históricas inevitables entre las aspiraciones totalitarias del nazismo, del fascismo y otras megalomanías colectivas con lo que se suele nombrar como ciencias ocultas. Nada de esto se muestra en la superficie del informe. Sin embargo, está en el informe. de ahí resulta que todo queda temblando: lo que quizás podamos convenir que podemos llegar a saber con alguna veracidad, lo que eventualmente funcione como forma política de organización de la comunidad de seres humanos, lo que una mirada histórica reflexiva nos ilusione como advertencia para evitar el exterminio a gran escala del hombre por el hombre. Un informe de espiritismo que podría deslizarse inadvertido evoca problemas insolubles, de una profundidad tan insondable que posee las claves que han configurado el mundo en que vivimos hoy. No pareciera que podamos avanzar mucho mientras las preguntas de Larraquy -invisibles al ojo desnudo, pero visibles para el ojo dinámico del lector atento- sigan sin respuesta. Creo que no existen esas respuestas, lo cual pienso que Larraquy también cree. En síntesis, opino que este breve libro es un inusual banquete literario. El corolario, sin embargo, no es una melancolía catatónica. Eso sería demasiado lineal, falso en su aparente simpleza. Lo que queda no es silencio. Lo que queda es avidez: un saludable clamor del lector atento por nuevos textos de Roque Larraquy. Una supervivencia por la estética.