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Ésta es la primera novela de la trilogía ambientada en Nueva Zelanda en el siglo XIX. Narra la historia de dos jóvenes, Helen y Gwyneira, que embarcan hacia Nueva Zelanda para casarse sin haber conocido personalmente a sus futuros maridos. Con Helen también viajan unas niñas de un orfanato con un puesto de trabajo en casas de colonos ingleses. La novela se centra en la historia de esas dos jóvenes y las niñas huérfanas, junto a los personajes que se relacionan con ellas. La historia te atrapa desde el primer momento hasta el final de la novela. La autora, Sarah Lark, tiene el poder de transportarte tan dentro de la historia, que padeces y sufres con todas las vicisitudes y problemas que padecen las protagonistas, también te alegras con ellas en los momentos felices y, así vives la historia en primera persona, sintiéndote parte de ella. Los personajes están muy bien logrados y muy bien definidos. La autora tiene la habilidad de construir magistralmente la personalidad de cada uno de ellos, así como sus sentimientos, pulsiones y pensamientos. Así, entiendes su sufrimiento, sus penas y alegrías, las haces tuyas y las sientes con ellos. La novela está muy bien documentada en cuanto a la historia de Nueva Zelanda y la autora se ciñe magistralmente a los acontecimientos importantes que suceden durante el relato. También tiene la habilidad de describir perfectamente los lugares y paisajes donde transcurren los hechos que nos cuenta. El final no os lo puedo contar, pero el desenlace lo deja todo en su sitio, se resuelve la trama de manera satisfactoria y te deja esperando a coger el segundo tomo para saber más... Si aún no lo habéis leído, os recomiendo su lectura al 100%. No os defraudará. Reseña escrita en Enero de 2021 |
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