El relojero de la Puerta del Sol

José, un pastor adolescente, ante el temor a la paliza mortal prometida por su padre si no vuelve a casa con una ternera perdida (y sí encontrará la ternera pero devorada por los lobos) decide escapar y dejar Iruela, un pueblo de León, y encaminarse en pos de una vida mejor.

Así empieza Emilio Lara a relatar la historia de José Rodríguez Losada, el relojero de la Puerta del Sol, un personaje real, generoso y destacado que recibió la insignia de la Orden de Carlos III pero un completo desconocido para muchos de los españoles (Cosas de España).

Este joven resoluto y con una habilidad innata con los artilugios mecánicos no tendrá fácil ganarse la vida en una España sumida en la miseria y hambruna tras la guerra de la Independencia y como de algo hay que vivir se alista en el arma de Caballería. Sus ideas progresistas y modernistas frente al absolutismo del rey Felón lo convierten en un agitador peligroso al que hay que eliminar. José consigue escapar de las garras del Jefe de policía Zorrilla (sí, el padre del autor del Tenorio) y emigra a Londres.

En Londres tendrá la buscada oportunidad a cargo de John Hamilton, dueño de un taller de relojería, su habilidad y las circunstancias lo convertirán en el dueño de la relojería y alcanzará una fama merecida en todo el continente europeo. José podrá dedicarse a hacer realidad su sueño, construir un reloj con un mecanismo revolucionario, pero tendrá que atender el encargo urgente de la mismísima reina Victoria para su famoso Big Ben.

He disfrutado esta lectura que llamó mi atención por el título y satisfizo mi curiosidad. Emilio Lara te sumerge fácilmente en la España e Inglaterra del siglo XIX con una buena ambientación y un fino poso crítico; además te descubre muchas curiosidades como la persona que fue José o sobre los personajes ilustres con los que se relacionó o la solución brillante y eficaz que dio al desajuste del Big Ben, entre otras.

Una historia curiosa de nuestra Historia.

Cada treinta y uno de diciembre, estamos pendientes del reloj de la puerta del Sol. Comemos las doce uvas de la suerte al ritmo de sus campanadas, con el pie derecho por delante y esperando que el nuevo año sea, si no mejor, al menos no peor que el anterior.

Lo hemos visto mil veces, pero, ¿quién construyó ese reloj? Fue José Rodríguez Losada, un español exiliado en Londres, que llegó a convertirse en el relojero de la reina de Inglaterra y que construyó relojes para la nobleza inglesa e incluso para Sissi, la famosa emperatriz austriaca.

Emilio Lara nos cuenta la historia de este gran hombre en “El relojero de la puerta del Sol”, recuperando así su memoria, olvidada por la historia, ya que, pese a haber regalado el reloj a la ciudad de Madrid, ni siquiera una calle lleva su nombre.
La historia está narrada en dos tiempos. Comienza en 1814, cuando José huye de casa en busca de un futuro mejor. No será un camino fácil y tendrá que trabajar muy duro, y enfrentarse a numerosas dificultades para conseguir llegar a Londres, la ciudad del progreso.

Los capítulos de ese duro viaje se alternan con otros en los que Losada es un reputado relojero que tiene su propia tienda en Regent Street. Lleva tres años trabajando en la que será la gran obra de su vida, pero debe abandonar la tarea de manera temporal para cumplir con un encargo de la reina: reparar el Big Ben.

Al tiempo que el autor nos desgrana la vida de Losada, también nos cuenta lo diferentes que eran la vida en la España del siglo XIX respecto de Inglaterra. La primera vivía bajo el yugo del absolutismo de Fernando VII, que prohibía cualquier avance tecnológico y perseguía a aquellos liberales que pretendían acabar con sus desmanes y caprichos.

La segunda encabezaba la revolución industrial europea con la implantación de máquinas de vapor en las fábricas. La pobreza, no obstante, seguía asolando los barrios más humildes; y la persistente niebla tóxica que cubría la ciudad causaba graves enfermedades pulmonares que colapsaban los hospitales.

Emilio Lara teje con maestría una gran novela histórica en la que tienen cabida filántropos, grandes personajes de la literatura como Dickens o Carroll, y que, sobre todo, honra la memoria de un humilde pastor que con su esfuerzo y tesón, llegó a ser uno de los grandes relojeros europeos.

Una gran novela que nos permite conocer a un soñador que valoraba la amistad y el amor por encima de todo y al que Galdós y Zorrilla, honraron en sus obras por su generosidad y su talento.

Os recomiendo leer el libro por lo bueno que es, por la prosa tan exquisita del autor y para que no os rindáis nunca. Porque, por difícil que se vuelva la vida, siempre podemos conseguir que nuestros sueños se hagan realidad.

No es mi estilo, es un relato histórico con tintes de novela. Muchos personajes históricos muy bien hilados entre sí y con el factor común de el creador del Reloj de Plaza del Sol, pero con poca trama y mucha historia intrancesdental. Es más bien un documental hecho novela, pero pasado de puntillas por encima.

Buena para quién le guste la novela histórica, pero para mí interesante al principio pero con un final carente de interés ya que no tiene final impactante ni sorprendente, muy muy plana