Un cadáver en el jardín

Mi primer libro de Maria Lang, una autora cuya existencia desconocía por completo. Lo escogí porque según la información editorial está considerada la Agatha Christie sueca, y puesto que en su día leí prácticamente todos los libros de la británica y aún de vez en cuando releo alguno, se despertó mi curiosidad por reencontrarme con una novela al estilo detectivesco más clásico. Y tengo que decir que la novela de la escritora sueca cumple… pero solo en parte.

Es cierto que el libro presenta muchos paralelismos con las novelas de Agatha Christie y como las suyas, es una novela típica del género detectivesco clásico, de la novela enigma que tiene su máxima representación en la escritora británica y que nada tiene que ver con la novela negra aunque la tendencia actual sea meterlas en el mismo saco. No hay denuncia social, detalles macabros de los crímenes ni una investigación policial rigurosa y por supuesto, ninguna pretensión estilística ni literaria; los personajes se caracterizan lo justo porque aquí lo que importa es la trama, incluso trae al principio la guía de personajes que todos conocemos de las novelas de Christie; el asesino pertenece a un círculo cerrado, los personajes son cultos y elegantes y la atmósfera, pese a los crímenes, se percibe tranquila y sosegada.

Su planteamiento, desarrollo y resolución son los propios del género y la autora los defiende correctamente. El libro entretiene, es de fácil lectura y se percibe como un juego, a veces casi infantil, con el único propósito de saber quién es el asesino. Sin embargo la historia carece de la habilidad y el ingenio que tenía la británica a la hora de sembrar las pistas y preparar adecuadamente los momentos de tensión… y sí, las comparaciones son odiosas.

Lo mejor del libro, para los aficionados, es el reencuentro con el género detectivesco clásico de la mano de una autora nueva (al menos para mí) y que motiva a seguir leyendo más libros de Maria Lang, pero la intriga es endeble y no consigue despertar demasiado interés en el lector.