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La historia nos lleva a Lazlo, un bibliotecario obsesionado con la ciudad perdida de Weep, y no solo eso, sino que además es un gran soñador. En verdad amé este personaje, y creo que es uno de los personajes mejores construidos que jamás he leído. Sobre todo lo amé porque me identifiqué con él y su lado soñador. Yo soy una persona que imagina demasiadas cosas, tanto reales que me puedan pasar como ficticias que podría utilizar en novelas. Por otro lado tenemos a Sarai, una chica mitad Dios y que tiene la capacidad e meterse a los sueños. En su caso si me costó empatizar con ella, no es sino hasta que iba por la mitad del libro cuando finalmente me convenció. En términos generales, me encantó la forma en la que el término sueño se llevó a cabo en la historia, se me hizo algo muy original y sobre todo muy interesante. Amé mucho a la mayoría de los personajes, sobre todo a Calixte y Ruza, que espero aparezcan más en el siguiente libro. Cabe resaltar al personaje de Minya, que a pesar de que me estresó demasiado, si tiene sus razones de ser como es, aunque hasta cierto punto casi cae en la exageración. El lado malo del libro, viene por parte de los amigos de Sarai, Ferral, Ruby y Sparrow. Ellos tienen un arco en la trama que se ve en un capítulo, no se vuelve a retomar hasta cien páginas después y se vuelve a quedar atrás por otras 50 páginas. Realmente si este arco no hubiera existido, la trama no hubiera sido afectada, al menos que en un futuro se de una razón de que esto pase, cosa que no creo. Además la relación principal que se desarrolla, fue un total insta-love super injustificado que si me sacó de onda. Hablando del final, me dejó con la boca abierta. Y pensándolo bien, la autora duró todo el libro diciendo que iba a pasar y yo no me percaté de ello. Mis aplausos para Laini Taylor. Al final me gustó, si tiene cosas memorables y es de las cosas más complejas que en leído en mi vida y si tengo ganas de ver en qué termina la historia. |
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