Lydie

No se si os ha pasado alguna vez, que habéis visto un libro y habéis pensado quiero leerlo, seguro que me gusta, y luego resulta que ya lo habías leído. O eso es lo que creo que me ha pasado con este comic, porque siento que la imagen del bebe que hay al fondo del callejón me suena mucho, sobre todo porque tiene un enorme bigote pintado. Pero no recuerdo cuándo lo he leído, la verdad.
En fin, que divago, vamos con la reseña de verdad.
En Francia a principios de siglo XX, conoceremos las vidas de unos vecinos que habitan en el Callejón del bebé con bigote.
Camille acaba de dar a luz, pero la niña no ha sobrevivido. La tristeza barre a su pequeña familia. Pero lo que nadie espera es que días después Lydie (que es como se iba a llamar la niña) aparezca de nuevo. Eso sí, la madre parece ser la única que la ve.
Y aquí comienza el periplo de todos los vecinos del Callejón del bebé con bigote por hacer más fácil y llevadera la vida de Camille y Lydie.
Es una historia donde te puedes plantear muchas cosas como: ¿Camille es mentalmente estable? ¿De verdad los niños ven a Lydie?... Pero al final es una historia de esperanza y de amor de una madre joven hacia su hija. Y luego cada uno puede pensar si de verdad Lydie murió o no.

Una buena novela gráfica necesita de una trama chocante, un buen dibujo con colores cromáticamente afines y un guion que enganche al lector, pudiendo empatizar con los personajes a medida que la historia avanza. En este caso, nos introducimos en la Francia de los años 20 para conocer la historia de Camille, una de los habitantes del callejón del bebé con bigote. Tras un parto sumamente dificultoso, Camille pierde a su hija, acontecimiento el cual le supone un shock emocional en excesivo estresante cuyo trauma quedará impregnado en su percepción hasta el fin de sus días. La trama queda lo suficientemente abierta al lector como para darle un carácter electivo que determine la verdadera naturaleza de las ilusiones contadas, pudiendo elegir entre lo patológico o lo esotérico. No es difícil adquirir un grado de simpatía por los personajes, pero todo lo bonito finaliza tras estas palabras. Desde un punto de vista subjetivo y totalmente personal, la narración debe influir un interés clave desembocado por el argumento principal de la obra, que, dado este caso, decrece conforme avanza la línea temporal, al no percibir más intriga que los acontecimientos rutinarios tras el conflicto esencial, dando una sensación de no resolución y avidez lectora que desgraciadamente queda insatisfecha. Pese a esto, no resulta una lectura inútil y puede encandilar sin problema debido a sus dulces detalles positivos anteriormente mencionados.

Una novela gráfica cortita pero muy intensa, intensa en emociones.

En un barrio pobre francés, en los años 20, una joven madre soltera pierde a su bebé al dar a luz, pero no puede aceptarlo. Así que su mente la convence de que el bebé está vivo. ¿Por qué negarle esa felicidad cuando es tan fácil hacer el bien?

Como he dicho, es una historia muy emotiva, que me ha hecho soltar alguna lagrimita, pero que te deja con una muy buena sensación, y es que todo el mundo se une para procurar la felicidad de una persona.

Recomendable tanto por la trama como por las ilustraciones, muy reales, que transmiten todo el sentimiento de la historia.

Una novela gráfica donde ayudada por los dibujos se plasma muy bien el padecimiento causado por una pérdida tan dolorosa como lo es la de un hijo al nacer, y como la protagonista lo "revive" para hacer soportable ese dolor. Cómo incluso tu como lector, pareces divisar su figura a lo largo de las páginas. Una historia muy tierna y muy bien contada.

Hay diversas formas de hacer frente al dolor, con la aceptación, negación, resignación o autodestrucción entre otras y en este caso una joven madre llamada Camille que pierde a su bebé al dar a luz, queda muy destrozada y ante una pena tan grande, pasados varios días, ella cree que ha operado un milagro y que su pequeña ha vuelto a la vida, es real para ella y es lo único que importa, por ello todos los vecinos que la rodean no tienen el corazón para hacerle caer en la realidad y simplemente le siguen la corriente, porque es su manera de hacer el bien hacia una pobre mujer que ha perdido mucho.