Es una historia dura, triste, pero bonita y llena de un amor leal y sólido. Fue con este libro por el que empecé a engancharme a la literatura nipona. Lo saqué de la biblioteca y me enamoró. A pesar de ser doloroso (yo lloré) hace mella en el corazón, y el estilo de Kyoichi es auténtico y relajante. Merece mucho la pena leerlo, os lo aseguro.
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