Casa de verano con piscina

En principio, la novela nos vuelve a traer al mismo Koch de “La cena”. Una narración que consigue atraparte y que te enfrenta a problemas éticos interesantes, temas y comportamientos controvertidos de la sociedad actual y, nuevamente, con algunos de esos instintos naturales de los que tanto nos avergonzamos, con razón (no hay que olvidar que nuestro desarrollo como especie se dio en unas condiciones muy distintas a las que disfrutamos hoy en día) y sin ella (tampoco debemos olvidar que nuestra esencia es la que es y que no es fácil y posiblemente no siempre conveniente actuar en contra de esos instintos).

La forma de abordar estos temas por parte de Koch es sensacionalista, provocativa (aunque en mi opinión mucho menos que en La Cena y de lectura menos adictiva también), sin intentos de disculpa pero tampoco haciendo un juicio sumario a los culpables: nadie es del todo inocente o todos podemos llegar a ser culpables. El autor tiene oficio para crear un ambiente escabroso, inmoral si queréis, con comentarios y lucubraciones cínicas, crueles, de una total falta de empatía con el débil; opiniones y situaciones que consiguen que te incomodes, que te rebullas en la butaca, incluso que adoptes una posición defensiva, bien porque te escandalices, bien porque te reconozcas, bien porque te escandalices al reconocerte.

Hasta aquí todo más o menos bien. El problema viene cuando llegamos a la conclusión, cuando se trata de cerrar la trama. Ya en La cena mostró lo que parece ser un problema del autor para abordar esta última fase del libro. En aquella dio la impresión de que se asustó de sí mismo y metió por medio una justificación cobarde del asunto. En esta, el problema estriba en la existencia de contradicciones insalvables en la resolución del conflicto. Y en este tipo de novelas esa falta de coherencia es imperdonable.

Esta fue una de mis adquisiciones el último Día del Libro, 23 de abril, que coincide con el Día de Aragón, y que aquí se celebra mucho. Es un día de fiesta en el que todo el mundo sale a la calle a pasear y a ver los puestos de libros. Yo compré dos, y este es uno de ellos.

Atraída más por el autor que por el argumento o el título (hay que ver qué malo es el título...) porque me gustó mucho su libro La cena, tengo que reconocer que el libro no me ha entusiasmado. El principio del mismo me sedujo. Me pareció chocante la forma de hablar de Marc, el protagonista, respecto a sus pacientes. Nunca se me habría ocurrido que a un médico le pudiera dar asco ver a sus pacientes desnudos, por ejemplo, y esa forma tan despectiva de hablar de ellos, me enganchó al principio. Quería saber más de qué le había llevado a esa visión y esa actitud frente a las personas enfermas. El análisis de los personajes está muy bien hecho, desde mi punto de vista. Profundiza en las personalidades de los más importantes y traza claramente sus rasgos.

Peeeero... no pasa nada hasta más allá de la mitad del libro. Crea expectación, sí. Eso es verdad. Te pasas la primera mitad del libro deseando que pase algo, deseando ver en qué va a desembocar la tensión. Y luego, bluf, se esfuma. Resuelve el libro deprisa y corriendo. Con una carga dramática importante, cierto. Pero es un final demasiado abrupto. al margen de que, personalmente, no me gustó nada cómo finaliza el libro.

Aprobadillo raspado, para mi gusto.

En Casa de verano con piscinaHerman Koch nos presenta un ejemplo de narrativa contemporánea cercana al realismo en cuanto a los temas a tratar pero, espero y deseo, alejada de la realidad cotidiana.

El principal un protagonista de este relato es un médico holandés que guarda una extraña relación con sus pacientes y una actitud vocacional bastante discutible. A través de una invitación de uno de sus pacientes, sus respectivas familias se conocen y comparten ciertos hechos que cambiarán sus vidas de forma radical.

En este análisis me gustaría centrarme en los personajes principales del libro. al pensar y reflexionar en sus actuaciones a lo largo del libro y conociendo la trama hasta el final la expresión que me viene a la mente (con perdón) es que son el quién es quién de la mierda humana. Con esta expresión no me refiero a la creación de los personajes por el autor, sino a los actos de los mismos en la trama.

Este aspecto forma parte esencial de la originalidad de la obra, ya que normalmente encontramos en los relatos algún personaje “bueno” digno de admiración, con el que nos es más fácil empatizar, sin embargo Koch nos presenta un reparto ausente de personajes bondadosos, ahondando más, si es posible, en una crítica velada a las clases medias altas acomodadas europeas dedicadas a profesiones liberales, ofreciendo claras muestras de la prepotencia de las mismas en su relación con el resto de la sociedad, independientemente de su clase.

Este libro me gusta por dos razones entre otras muchas, la primera es que está muy compartimentado y segunda porque es un libro que va in crescendo, a medida que avanza aumenta en interés, pues es una obra que evoluciona y va añadiendo nuevos hechos que le dan un atractivo especial.

Este libro forma parte del grupo de aquellos libros que aunque no dejan marca y es posible que se olviden detalles del mismo, cuando lo estás leyendo te alegras de haberlo rescatado de aquella estantería o te acuerdas de la recomendación de aquel que te lo prestó.

Por lo expuesto anteriormente mi recomendación es evidente, pero esto no significa que el libro vaya a gustar, esta clase de literatura no está todavía muy extendida o apreciada, ya que en ella no se relatan grandes gestas o hechos históricos, salpicados de violencia u otros hechos atrayentes, sin embargo la importancia de esta clase de narrativa radica en el estilo y en la originalidad, la virtud de contar lo cotidiano y que parezca extraordinario.
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