—Yo no soy una santa, desde luego —se lamentó Kathleen con la cabeza gacha. —Lo supe en cuanto la conocí —aseguró Devon con la diversión reflejada en su voz. |
—Yo no soy una santa, desde luego —se lamentó Kathleen con la cabeza gacha. —Lo supe en cuanto la conocí —aseguró Devon con la diversión reflejada en su voz. |
—No tendría que haber esperado tanto para venir a verte —dijo, llena de arrepentimiento. Se inclinó con torpeza para besar el espacio entre los ojos del caballo. Notó que el animal le mordisqueaba delicadamente el hombro del vestido e hizo una mueca. Le apartó la cabeza y le rascó el sedoso cuello tal como sabía que a él le gustaba—. Pobrecito, no tendría que haberte dejado solo. —Entrelazó los dedos en la crin rubia de la montura. El animal apoyó entonces la cabeza en su hombro, y al ver este gesto de confianza se le hizo un nudo en la garganta. —No fue culpa tuya —susurró—. Fue culpa mía. Lo siento, lo siento tanto… Tenía la garganta tan contraída que le dolía incluso. Por más fuerte que tragara, no lograba destensarla. Le costaba respirar. Soltó el cuello de Asad y se volvió. Resollando, tambaleándose, chocó con el tórax firme de Devon. |
—Soy viuda, milord —soltó Kathleen, dirigiéndole una mirada incrédula—. ¿No sabe qué clase de conversación es la adecuada para una mujer en mi condición? Estaba claro que no, a juzgar por su expresión. —¿De qué hay que hablar con las viudas? —preguntó. —De nada que pueda considerarse triste, escandaloso o inapropiadamente gracioso. —Pues eso me deja sin nada que decir. —Gracias a Dios —aseguró Kathleen enérgicamente, y él sonrió. |
Después de pasar tan solo unos minutos en compañía de Devon Ravenel, Kathleen no tenía la menor duda de que todos los rumores negativos que había oído sobre él eran ciertos. Era un imbécil y un egoísta. Un calavera grosero y repelente.
|
—Solo el diablo sabe por qué se me tenía que arruinar así la vida —dijo Devon Ravenel muy serio—, y todo porque un primo que nunca me gustó se cayó del caballo. —Theo no se cayó exactamente —lo corrigió Weston, su hermano menor—. El caballo lo tiró. —Está claro que al animal le resultaba tan insoportable como a mí. —Devon andaba arriba y abajo por la sala de visitas con pasos inquietos y cortos—. Si Theo no se hubiera desnucado, le partiría la crisma. |
La leyenda de Sleepy Hollow es un relato corto de terror y romanticismo, se desarrolla en los alrededores de...