El profesor de baile

Hay novelas que parecen guiñarme un ojo, como si me sonrieran de lejos. No sé acercan a mí, esperan, enigmáticas, a que sea yo quien dé ese paso. Ellas solo gravita a mi alrededor, susurrando, tejiendo un fino hilo de esperanzas y suspiros a mi alrededor; como si fueran las sirenas de las cuentos, sólo que en este caso de la literatura.⠀
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Shhhh... Silencio, una sirena pasa...⠀
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🌸🌸Esta novela es mi primer contacto con la pluma de la Klassen, sobria, elegante; con matices aterciopelados. Es la historia de Alec Valcourt, así como también la de todo un pueblo. Es una historia de amor o quizá de varios principios, de nuevas oportunidades y de encontrar aquellas personas que nos aportan alegría y amor. Es un reencontrarse con uno mismo y aceptar que los sueños a veces nos aguardan donde menos esperamos encontrarlos.⠀

Al contemplar el terreno de la propiedad esta mañana, se había sentido incómoda en su propia piel y vacía por dentro. Le faltaba algo... llevaba toda la vida faltándole algo punto y estaba muy segura de que no iba encontrarlo dentro de los muros de Buckleigh Manor.

"Usted, señorita Midwinter, es una dama. No permita que ningún hombre la trate como si fuera menos".

—No diga esas palabras tan feas —replicó lady Amelia con el cuello enrojecido.
—¿Por qué no? Si es la verdad.
—La verdad es algo extraña, Julia. Y no es tan sencillo como les gusta creer a los jóvenes.

Bailó un hornpipe, una danza solitaria consistente en mover los pies y mantener estática la parte superior del cuerpo, con los brazos a los lados. El hornpipe se bailaba desde hacía tiempo en los barcos para que los hombres que vivían en camarotes pequeños hicieran ejercicio regular. Así se sentía él al tener que vivir en la pequeña casa de su tío, al tener que comportarse de manera perfecta a todas horas. Así se sentía él al tener que trabajar en Buckleigh Manor, sentado a la pequeña mesa del despacho del señor Barlow. Al tratar de ser quien ellos querían que fuese. No cabía espacio para él mismo. No había libertad.

—El baile está aquí mal visto.
—¿En sabbat, te refieres? —se interesó Alec—. Aurora solo estaba marcando los pasos de una variación que estaba tocando. Me temo que es culpa mía, no de ella.
—No, no es solo en sabbat —respondió el tío Ramsay—. Aquí no se permite bailar, ningún día.

En su primer día completo en Devonshire, Alex Valcourt salir de la iglesia con el bonito rostro de la señorita Midwinter todavía en la mente. Era preciosa, sí, y ya lo sabía. Le recordaba a muchas señoritas consentidas a las que les gustaba flirtear con él que había conocido; practicaban sus destrezas de seducción y de baile, pero solo con la esperanza de dar caza al caballero que fuera mejor partido en el futuro.