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Katie tiene una vida perfecta: un apartamento en Londres, un trabajo glamuroso y un muro de Instagram de lo más envidiable; pero las cosas no son como parecen. Lo cierto es que vive en una habitación de alquiler donde apenas cabe su ropa, tiene un trabajo mediocre y la vida que refleja en Instagram no es realmente la suya. Y todo puede empeorar. Su vida (no tan) perfecta se vendrá abajo cuando su jefa vaya a por ella, la despida y Katie no tenga más remedio que regresar al campo de donde procede y poner en marcha un nuevo negocio. Pero no contaba con que una de sus primeras clientas será su exjefa ni con todas las incógnitas que esa visita va a detonar. Me ha encantado 😍 Katie tiene ese aire a Becky, (loca por las compras) y va evolucionando a lo largo del libro. Trata temas actuales, como lo de Instagram que es cierto, no todo es tan perfecto como en las redes, o que no hace falta tener miles de cosas para ser feliz; pero nos empeñamos en acumular, en mirar lo que tiene el vecino para mejorarlo o doblarlo y nos olvidamos de cosas tan básicas como que desayunar tranquilamente con tus hijos es mejor que no estar nunca en casa y recompensarles con regalos. Habla también de cómo la publicidad nos tiene tan acondicionados que cuando vemos algo caro, en vez de pensar que han hinchado el precio pensamos «es caro, debe ser bueno» y la mayoría de las veces no es así, simplemente le ponen el precio de prestigio para según qué sector. También le da importancia a la aceptación de quien eres, y lo bueno que es sincerarse para sentirte mejor y hacer sentir mejor a los demás (pero sin sincericidio, tampoco hay que pasarse) y no estar llevando una máscara todo el día. Ha sido una lectura tierna, divertida, haciendo énfasis en el amor de familia, en la amistad y un romance para nada pasteloso, con ironía, reflexiones y mucho humor. |
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