Rabia

Es imposible leer Rabia sin tener en la cabeza todas los sucesos que ocurrieron tras su publicación. Por alguna razón fue el propio King el que decidió quitar la novela del mercado y eso la convirtió directamente en un de esos pequeños incunables que te gusta atesorar. Sin embargo, no lo había leído hasta anoche y, tras su lectura, entiendes los motivos que llevaron al autor a renegar de la historia.
Un adolescente se encierra en su aula con un revólver y decide cambiar las cosas. Bajo esa premisa se desarrolla la historia y Stephen King (Richard Bachman) hace un análisis muy interesante acerca de la naturaleza de los seres humanos, de como pueden reaccionar ante situaciones de estrés y lo manipulables que pueden llegar a ser las mentes de los adolescentes bajo ciertas condiciones. Y creo que ahí está lo mejor de esta novela. En apenas doscientas páginas el autor te plantea una situación en la que terminas por empatizar con el, digamos, villano de la función, terminando por entender su comportamiento y olvidando por completo los actos que le han llevado a esa demoledora situación.
Y eso me resultó impactante. Porque en todo momento te identificas con el antagonista de la novela, con su forma de razonar, su independencia y su juicio clínico y, sin embargo, llega un momento en el que tú también pierdes el sentido común y te alías con el que lleva el arma. Un síndrome de Estocolmo narrativo que, por desgracia, termina acercándote a la realidad y te hace entender por que el King ha decidido retirar la novela del mercado.
No todo es perfecto, claro. A mi los personajes adultos me dejaron fríos. Sobre todo aquellos que esperan resolver la tensa situación que están viviendo y no son capaces de resolverla con cierto criterio. Están ahí como meros espectadores y su torpeza llega a ser desesperante por momentos. Pero tampoco va más allá. Están ahí para complementar la historia y no te distraen del meollo del asunto bajo las personas de un aula.
Impactante, directo y certero.