La milla verde

Este es uno de esos libros que te escogen ellos a ti, cuando no estaba en tus planes leerlo pero aparece. En cuánto lo vi dije: ¿será tan bueno como la película? y como si fuese un reto, me lancé a comprobarlo.

“Todo ocurrió en 1932, cuando la penitenciario del estado aún estaba en Cold Mountain. La silla eléctrica también estaba allí, por supuesto.” Y así empieza la historia de la milla verde, donde un Paul Edgecombe anciano nos cuenta en primera persona lo que pasó en el corredor de la muerte en el año de John Coffey (que suena parecido a café, pero no se escribe igual). Entró en un otoño caluroso, sentenciado por el asesinato de dos gemelas: un metro noventa y ocho con el traje de presidiario más grande que habían encontrado en el almacén, una especie de paz en los ojos y… miedo a la oscuridad.

¡Entra un muerto! Grita Percy cuando llega un nuevo condenado a la milla. Y desde que entran en el corredor hasta el final del libro, conocemos la sociedad estadounidense de los años 30, y nos empapamos de temas como el racismo, la pena de muerte, la injusticia y la capacidad de redimirse. Vivimos con los condenados de Cold Mountain en sus últimos días de vida, junto con los carceleros que lidian con ellos. Puede parecer una historia de lo más anodina, pero aquí King consigue magia en cada párrafo, sacar en cada palabra de Paul la verdad oculta en lo profundo de su corazón. Aún puedo sentir a Coffey sollozando, con gritos de remordimiento y un sentimiento demasiado grande para ser calmado.

He tardado tiempo en hacer esta reseña porque sé que no podría explicar ni estar a la altura de todo lo que te hace sentir este libro. He llorado, he tenido que parar de leer porque me estaba doliendo su lectura, he empatizado con muchos de los personajes (como no, hasta con Cascabel… ), he creído en la humanidad y en la esperanza. Conozcas o no la historia por su película, será todo un descubrimiento perderte entre sus páginas: están impregnadas de un cariño que hacía tiempo que no veía en un libro.

"A todos nos llega el final; sé que no hay excepciones. Sin embargo, Dios mío, a veces el pasillo de la muerte parece tan largo…”