La milla verde

Mear al aire libre es uno de los placeres del campo que siempre olvidan mencionar los poetas.

A todos nos llega el final; sé que no hay excepciones. Sin embargo, Dios mío, a veces la milla verde parece tan larga...

No pasará nada. No son asesinos, debió de pensar Percy. Pero luego, al recordar la Freidora, debió de saber que sí, que en cierto modo éramos asesinos. Yo solo había ejecutado a setenta y siete hombres; más de los que había inmovilizado con la camisa de fuerza, más de los que había matado el sargento York en la Segunda Guerra Mundial.

Somos frágiles como el cristal, incluso en las mejores circunstancias.

Creo que si uno no recuerda quién le ha hecho daño, puede dormir mejor por las noches.

Es curioso cómo el sufrimiento marca nuestras caras y nos hace semejantes.

Si quiere que le sea franco, jefe, nunca he sabido mucho de nada.

No es preciso saber qué ha hecho un hombre para alimentarlo y cuidarlo hasta que le llega la hora de saldar sus deudas.

Nos guste o no, el tiempo lo cura todo. El tiempo se lleva todo y al final solo queda oscuridad. A veces encontramos a otros en esa oscuridad y otras veces los perdemos en ella.

A todos nos llega el final; sé que no hay excepciones. Sin embargo, Dios mío, a veces la milla verde parece tan larga...