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Si algo nos enseña la literatura de terror es los monstruos sí existen, tal vez no tienen los colmillos de Drácula ni estén hechos con partes de distintas personas como la criatura del Dr. Frankenstein, no obstante, siguen siendo monstruos de carne y hueso, moviéndose en la luz diaria, susurrando a oídos y gritando desde atriles. Se alimentan de tus miedos, tus inseguridades, te quieren vulnerable para sacar provecho, así lograrán sus objetivos, sin valientes rebelados para desenmascararlos.

Acabo de describir los monstruos de los adultos, quienes nos creemos en cierto modo superiores por no chequear bajo nuestras camas antes de dormir aunque sí lo hacemos sobre nuestros hombros cuando salimos, muchas mujeres rezan por la madrugada para que no hayan venido sus parejas tan borrachas, millones de ojos sin esperanzas en las calles, lentamente pudriéndose como la basura a su alrededor.

“¡Los monstruos eran cosa de todos los días! ¿A quién le hacía falta pagar una entrada de cine cuando salía más barato un diario y gratis un informativo radiofónico?”

Los niños no están exentos de esa clase de maldad, solo su imaginación la personifica a través de bestias peludas en armarios, tentáculos bajo los camastros, esqueletos observando desde la oscuridad. Ellos solo les agregan las notas de color que nosotros perdimos con el tiempo, no complejizan los miedos y sucumben a la creatividad para afrontar la situación.

“Los adultos tenían sus propios terrores (…) Pero sus miedos eran, casi siempre, demasiado complejos. Los miedos de los niños solían ser más simples y más poderosos. Los miedos infantiles, con frecuencia, se convocaban con una sola cara… y si hacía falta un cebo, ¿a qué niño no le gustaba un payaso?”

Stephen King sabe escribir una buena historia, más de 1500 páginas, atrapada desde el comienzo, se lleva mis aplausos.

Usa una prosa ágil la cual no deja de ser profunda e incluso poética en ocasiones. Realiza una gran construcción temporal, llevándonos del presente al pasado en la vida de los siete integrantes de este grupo de amigos, ‘el club de los perdedores'; ubicándonos en el corazón negro de Derry, oliendo la baranda de los desechos y la propia esencia de “Eso”.

Cada uno de sus personajes, cumple un rol central en la historia, moviendo los engranajes para el devenir de los eventos a través de los siglos. Recomiendo 100%