El resplandor

El resplandor tiene todos los ingredientes para una receta de éxito: escritor atormentado por sus propios demonios, aislado por la nieve con su mujer e hijo pequeño, en un hotel de montaña. Si le sumamos que el hotel tiene personalidad propia y demoníaca y el niño poderes extrasensoriales (Resplandor) y ve “cosas”… nuestra receta se transforma en “gourmet”. Gracias a la gran capacidad descriptiva y personajes potentísimos, el autor nos sumerge en una atmósfera agobiante y opresiva que deja sin respiración y saca nuestros perores miedos externos e internos, puesto que no sólo habla de hoteles malditos y fantasmagóricos, si no que trata los propios terrores reales, el maltrato, el alcoholismo, la culpa, el fracaso, la frustración… temas reflejo personal del propio autor, pues conocidos son los problemas que tuvo con el alcohol y sus difíciles inicios en el mundo literario. Yo he de confesaros, que, junto con It, esta es la novela con la que peor lo he pasado del autor, y os aseguro que no soy miedosa. Inolvidable la primera vez que descubrí lo que era el famoso Redrum…, sigo anhelando que todavía haya gente que llegue virgen a descubrir los horrores del Overlook.

Hace pocos años salió una segunda parte de la novela, #DoctorSueño, lo he leído y para mí gusto un fiasco totalmente innecesario, sólo válido para nostálgicos y para hacer caja. Famosa es también, la versión cinematográfica de Kubrick, ¿quién no recuerda la cara enloquecida de Jack Nicholson asomando por la abertura de la puerta armado con un hacha? (por favor, ver en versión original, el doblaje al español es pésimo), versión que sin embargo, nunca fue del agrado de King que decidió producir, a posteriori, una miniserie más fiel a la novela. Yo sinceramente me quedo con el toque de Kubrick.