El Instituto

Los grandes acontecimientos basculan sobre bisagras pequeñas...

Y así ha sido. He vuelto a leer al mejor King. Me ha encantado este libro. Me ha gustado mucho lo bien escrito que está y lo bien desarrollados que están los personajes. No me extrañaría que King dominara la telepatía para hacernos sentir lo que sienten sus personajes.

El trasfondo que encierra la historia te hace pensar. No sabemos desde luego si puede existir la telepatía o la telequinesia, pero hay ciertas fuerzas invisibles que nos rodean a diario y que a veces pasan un poco desapercibidas. Y esta historia nos enseña que esas pequeñas grandes fuerzas (llámese amistad, amor...) pueden ser más poderosas que cualquier otro elemento conocido. Y sí, siempre hay una salida.

A pesar de su extensión (made by King) en ningún momento se hace pesado. El ritmo es ágil durante toda la narración, incluso al principio, que puede ser el tramo menos adictivo ya que el autor nos hace una introducción a personajes y lugares que luego resultarán ser trancendentales.

Los personajes son lo que el señor King quiere que sean. Así de sencillo. Están tan bien definidos que nosotros como lectores solo podemos asumirlos, odiar al que merece ser odiado y querer al que merece ser querido. En este punto tengo que decir que los niños me han encantados. Todos y cada uno de ellos, cada cual con sus características.

El final, a pesar de lo que pueda parecer, para mí es triste. de todas formas, es el final correcto. No ha sido nada apresurado. al final cada pieza estaba en su sitio. Aun así, hay algunos detalles que el autor ha dejado abiertos a nuestra imaginación (o quizá se hable de ello en algún libro en el futuro).

Y puede que lo que más me haya gustado, haya sido el mensaje principal que pretende transmitir este libro. Cualquier minúsculo acto, pensamiento o decisión, puede desencadenar una serie de sucesos que cambien drásticamente el futuro. Es curioso como se van desarrollando los acontecimientos para que en ocasiones, todo encaje de una forma que cuesta creer que sea casual... y eso es alucinante. Sí, casi siempre, los grandes acontecimientos basculan sobre bisagras pequeñas.