Duma Key

“Nos engañamos con tanta frecuencia a nosotros mismos que podríamos ganarnos la vida con ello” ~ Duma Key de Stephen King.

Edgar Freemantle, casado y con dos hijas, sufre un accidente laboral. En él pierde el brazo y el dolor le lleva a un estado de sufrimiento que le cambia el carácter hasta el punto de querer morir y maltratar a su esposa. Finalmente decide cambiar de vida y haciendo caso a las recomendaciones de su psiquiatra se traslada a Duma Key donde alquila una casa en la playa y allí se dedica a pintar. Pero los cuadros que Edgar crea no son el producto de su imaginación sino de una especie de trance. ¿Tienen esos cuadros algún mensaje? Esa es la gran pregunta.

Duma Key es un libro para leer con calma, no hay duda. Si esperas encontrar tensión ya en la primera página te diré que no, pero eso no quiere decir que no enganche ya en el minuto uno. Stephen King va hilvanando poco a poco la historia llena de detalles como quien teje un tapiz que no se puede ver al completo hasta el final. King ha creado a un protagonista principal lleno de defectos y virtudes, un hombre que sufre y llora. Me ha encantado su evolución. No se queda atrás su amigo Wireman y Jack un “actor secundario” con un papel principal.

Quizá porque para mi este libro era relectura, he de reconocer que se me ha hecho lento en algunas partes. La primera vez lo devoré, con tal ansia que se me habían olvidado un montón de esos detalles. Ahora lo he leído centrándome más en la forma en la que está escrito, con esos pensamientos que se agolpan en los personajes que crea King; esas ideas recurrentes que surgen en diferentes momentos del libro y a través de las que King es capaz de generar esa tensión. Sabes en todo momento que ova a suceder algo, algo gordo, pero no sabes cuándo ni qué.

Es un libro lleno de simbolismo y con un toque mitológico. Y me ha dado la sensación de que detrás se esconde un King más maduro.