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Por todos lados se desprende magia cuando ves a una persona entusiasmada con lo que hace. Supongo que a esas personas le brillan los ojos, su manera de hablar se acelera y no pueden parar de transmitir todas las emociones que le supone encontrar a un semejante que comparta cada una de sus aficiones. Tan solo hay que fijarse en el éxito de las redes sociales para entender que, en cierto modo, todos buscamos a alguien que vea la noche del mismo color con el que nosotros la soñamos. De ahí que tener entre manos La danza macabra es disponer de un palco con las mejores vistas a ese espectáculo llamado Stephen King. En este libro, lo que nos ofrece el genio de Maine son sus reflexiones acerca de lo que el género del terror supone para la sociedad. Nos invita a que sintamos esa pasión, a que descubramos que en este mundo lleno de oscuridad, de criaturas siniestras, de sangre, vísceras, temblores y miedo existen las suficientes razones como para sentir el gozo de las sombras. Y lo hace desde la pura pasión, desde ese sentimiento que nos acerca a él al hablarnos en el mismo idioma. de hecho, la manera tan cercana que tiene King para comentar La maldición de Hill House, El enigma de otro mundo, El increíble hombre menguante o Psicosis, por poner cualquier ejemplo, se siente como si estuviese sentado a nuestro lado entusiasmado por poder compartir toda su experiencia, con los móviles apagados y sintiendo el paso de las horas. Y es que, aun sabiendo que su lugar natural sería un atril impartiendo cátedra, King disfruta del género y tiene la sensación que necesita compartir su locura con todos nosotros. Por eso, lo que encontramos en Danza Macabra es una invitación a una fiesta en donde los invitados somos nosotros, los amantes del terror. A lo largo de sus páginas hace un recorrido por los grandes momentos que marcaron la diferencia en el desarrollo del género, pero centrándonos en su propia experiencia, olvidándose de los recurridos orígenes para hablar de King y su amor por el terror. Su infancia, su adolescencia, las emociones que experimentó al ver determinada película que todos criticaban y que a él le cautivó, los libros que considera fundamentales e innovadores en este siglo y todo tipo de momentos que nos acerca al King más humano que se refleja en nuestros espejos. Y todo estas estas experiencias las enmarca dentro de la defensa de un género que le ha consagrado como escritor, dotándolo de una importancia y dignidad que regocija a cualquiera de sus lectores. En cada una de sus páginas se percibe ese amor. Un amor que no está tan alejado del que sentimos cada uno de nosotros. Todos formamos parte de ese baile, de esa danza macabra que sigue el ritmo de unos músicos que apostaron por un género que amamos. Y no queremos que esa melodía acabe nunca. |
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