“Nada lo retenía allí, excepto una sucia obsesión. No había esposa, y sólo quedaba el fantasma de un hijo. No tenía trabajo, y la casa sería demolida al cabo de una semana y media.” ~
Carretera maldita de
Stephen King.
George, casado con Mary y trabajador en una lavandería, ve como su mundo se desmorona. El detonante parece ser la construcción de una carretera que expropiará su casa y obligará a la lavandería a trasladarse de lugar. Pero la caída de George comenzó mucho antes, con la muerte de su hijo por cancer.
La novela se centra en George, en sus pensamientos, en sus añoranzas, en su dolor interno. Comenté en una entrada anterior que
Carretera Maldita había sido escrito por King para destilar el dolor tras la muerte de su madre. Y eso si lo ha sabido hacer porque el protagonista sufre y su sufrimiento va en aumento. Sufre de dentro a afuera y a medida que aflora su dolor, va cambiando su carácter; un dolor con el que parece que George no puede, quiere ni sabe convivir.
Creo que este va a ser el libro de
Stephen King que peor sabor de boca me ha dejado. No sé si es porque salgo de
Rabia y de
Doctor Sueño con tan buenos pálpitos que
Carretera Maldita me ha pillado con el pie cambiado.
La historia se me ha hecho larga y por momentos pesada. Cierto que ello me ha permitido disfrutar de su forma de escribir ya que no he estado tan pendiente de la trama. También me ha gustado el trasfondo y la evolución del personaje y como en algún momento King rompe las normas de la escritura para plasmar los pensamientos abatidos y convulsos de George.
Si crees que vas a encontrarte al King del miedo, de la angustia, de los monstruos o el King que te tiene pegado al papel en busca de respuestas, este no es así. Este es triste y nada fácil de digerir porque no sabes qué pensar del personaje, entre pena y “por dios, no te soporto”.