¿Habéis observado que en este siglo XX cada cosa se ha vuelto más verdadera, más auténticamente ella misma? El soldado se ha convertido en asesino profesional, la política en crimen; el capital, en gran industria exterminadora de hombres y equipada con crematorios; la ley, en regla para el juego sucio; la libertad universal, en cárcel para los pueblos; el antisemitismo en Auschwitz; el sentimiento nacional en genocidio. Nuestra era es la era de la verdad, no cabe la menor duda. Aun así, seguimos mintiendo por mera costumbre, aunque todo el mundo nos vea el plumero; cuando se grita ¡amor! todos saben que ha llegado el momento del asesinato. Cuando se grita ¡ley!, todos saben que es la hora del robo, del atraco...