La dama de Zagreb

Sobresaliente décima entrega de la serie de Bernie Gunther. La mejor de todas, en mi modesta opinión. Y eso es mucho decir de una serie que guarda joyas tales como “Pálido criminal”, “Unos por otros” o “Gris de campaña”, imprescindibles para todo amante de la novela negra. Los que somos seguidores acérrimos de las andanzas de Bernie Gunther nos hemos convertido en lectores exigentes. No nos vale una buena línea de diálogo, ni un buen personaje, ni una buena descripción, ni un buen trasfondo histórico, ni una dosis de cinismo, ni una proclama de justicia poética…lo queremos todo en la misma marmita, cociéndose a fuego lento y ligando bien los ingredientes para que en el plato se nos presente un cocido antológico. Así de mal acostumbrados nos tenía Philip Kerr.
La trama de “La dama de Zagreb” está desarrollada de un modo brillante e inteligente. Arranca con Bernie Gunther de ponente en una conferencia internacional de policías en la que su exposición suscitará el asombro de muchos de los asistentes. Por ello, el gurú de la propaganda nazi, el doctor Goebbels, reclamará sus servicios y le asignará una misión en apariencia sencilla. Tiene que desplazarse a Croacia y entregar una carta al padre de la actriz favorita del ministro, Dalia Dresner, quien se niega a tomar parte en la próxima película de Goebbels hasta que no se le haya entregado dicha carta.
Bernie será el encargado de llevarle la misiva, pero no antes de emprender un auténtico descenso a los infiernos, en un claro homenaje a “El corazón de las tinieblas” de Conrad (y a su adaptación al cine: Apocalypse Now). Gunther descubrirá que el padre Ladislao (como se hacía llamar el padre de Dalia) ha colgado el hábito y se ha convertido en el más sanguinario verdugo de la Ustacha. Una noticia difícil de digerir, sobre todo porque el detective berlinés se ha enamorado perdidamente de Dalia. Bernie decide ocultarle la verdad y continuar con el resto de las tareas que le asigna su despiadado jefe.
Las andanzas de Gunther le llevarán a Suiza dónde, entre otras cosas, será secuestrado por la OSS, la Gestapo intentará asesinarle y, finalmente, resolverá un caso cerrado irresoluto de la policía suiza (en un claro guiño a "La dama del lago" de Raymond Chandler), aparentemente irrelevante, pero que al final demostrará ser de una importancia vital para entender el desenlace sorprendente de esta maravilla de novela.
¡Cuánto te añoramos, maestro Kerr!