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La novela se centra en la vida de Heinrich Lee, desde sus travesuras infantiles que le valen la expulsión del colegio, pasando por su despertar sexual en el pueblo natal de sus padres y su triángulo amoroso con la etérea e inocente Anna y la sensual y experimentada Judith, hasta su infructuoso intento de triunfar como pintor en Münich y su encuentro con el conde y su hija Dorotea. Leí esta novela para un seminario sobre novela de formación alemana (bildungsroman) y comparte muchas características con otras novelas del género como Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister: un joven inexperto debe superar ciertas pruebas y experiencias para convertirse en hombre y poder insertarse exitosamente en la sociedad. Sin embargo, en el caso de Heinrich el éxito de su empresa es por lo menos dudoso. Gracias a su egoísmo y su inhabilidad para darse cuenta de que no tiene verdader talento para la vocación que ha elegido, Heinrich cosechará más pérdidas que logros. El caso más evidente quizás sea el de su madre, que se endeuda hasta la miseria absoluta para cumplirle a Heinrich el deseo de pintar en Münich, lo cual la lleva a una muerte prematura. Keller como escritor está situado en pleno realismo decimonónico, y su novela comienza a vislumbrar lo que será una verdad a todas luces en el siglo XX: entre individuo y sociedad existe una ruptura que impide una comunión exitosa entre ambos. Una novela extensa cuya lectura vale la pena. |
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