-Valentina, ¿cómo no iba a enamorarme de ti? -¿Por qué? -Me di la vuelta y te miré de frente. -Porque tenías el mundo a tus pies, pero aun no lo sabías. Y quería estar a tu lado cuando empezases a descubrirlo. |
-Valentina, ¿cómo no iba a enamorarme de ti? -¿Por qué? -Me di la vuelta y te miré de frente. -Porque tenías el mundo a tus pies, pero aun no lo sabías. Y quería estar a tu lado cuando empezases a descubrirlo. |
Gabriel, en este mundo es difícil cruzarse con alguien como tú, alguien que siempre sume, alguien que aporte luz y aleje las sombras, alguien que dé sin esperar recibir nada a cambio
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Los cambios pequeños pueden ser significativos. Y más cuando se cambió fuiste tú, Gabriel. |
Nos dejamos llevar por la marea y somos incapaces de cambiar de dirección porque es más cómodo seguir y seguir y seguir sin mirar atrás; el problema es que, cuando te giras, has dejado de ver la orilla y te has perdido del todo.
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Una estrella por cada instante importante. Una marca que solo tú y yo sepamos descifrar. Serán las constelaciones de nuestra vida.
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Nosotros, Gabriel, ya no eramos los mismos. Eramos mas, para bien y para mal. Eramos aquellos que crecimos en caminos separados y tambien los que se encontraron mas de diez años atras y decidieron compartir una misma direccion. Eramos las canciones que habiamos bailado juntos y todos los momentos que salpicaban la pared en la que tu dibujabas constelaciones
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Me demostraste que la fortaleza tiene mucho que ver con el amor.
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Será que por eso nos gustan tanto los libros: porque permanecen inalterables mientras los relojes continúan su curso.
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No podemos cambiar eso, pero sí podemos cambiarnos a nosotros mismos
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Me abrazaste y yo me aferré a la calidez de tu cuerpo, aunque sabía que era una locura. Pese a ello, esa noche soñé que estábamos en aquel lugar, solo que el sitio había dejado de ser tan diáfano para acoger muebles en cada estancia y estaba lleno de vida, esa propia de un hogar; corrientes de aire al abrir las ventanas, puertas que chirriaban y olor a café impregnándolo todo de buena mañana. Y justo ahí en medio, con sendas tazas en la mano, tú y yo mirándonos sonrientes y pletóricos de ilusión.
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Gregorio Samsa es un ...