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En alguna ocasión he comentado que, por lo general, las novelas románticas no me atraen (no que no me gusten, si no que al verlas en novedades o leer reseñas, no me suelen llamar la atención) y sin embargo, cuando encuentro alguna que destaca por algo suele ser porque mezcla algún otro género (ya sea con humor, con misterio o con acción) que hace que sienta mucha curiosidad. En este caso, lo que me atrajo fue la ambientación y las premisas: ¿Una base militar en el sur de España? ¿Un agente norteamericano del NCIS que investiga a una chica amnésica? ¿Una “testigo” sin memoria que aparece debajo de un cadáver con tres tiros en la espalda? Obviamente, tenía que leerlo y ver si la historia era tan enigmática como promete la sinopsis. Os adelanto que así ha sido. Desde el primer párrafo del libro conocemos a Sol sin acordarse de nada de los últimos días (o meses) de su vida que despierta aterrada porque lo primero que ve es al pirata que la atormentaba de niña en sueños. Y es que el “pirata” de sus sueños la investiga por aparecer inconsciente en la playa sin acordarse ni de quién es, pero con el cadáver de un compañero soldado de la base militar. Hasta aquí la sinopsis, la premisa y la primera página. El resto de la novela ya imagináis de qué va: el teniente Farrell tiene que averiguar qué ha ocurrido y quién es Sol. Es innegable que los dos personajes principales funcionan a la perfección y la relación es puro magnetismo. Literalmente en realidad, porque se pasan toda la novela atrayéndose y repeliéndose, de principio a fin con un tira y afloja continuo que lejos de aburrirme ha llegado a encantarme, porque a veces la mecánica del “primero me llevo fatal contigo pero luego te amo con locura” puede llegar a cansar, y aquí la autora ha sabido jugar muy bien esa carta al contrastar muy bien las personalidad y las circunstancias de ambos personajes. En el caso del teniente Farrell es su fría personalidad de soldado curtido, con síndrome post-traumático tras la guerra de Irak, que sólo se mueve motivado por mantener a cero su índice de fracasos en investigaciones criminales. Y por parte de Sol son los secretos que esconde y su extraño miedo al pirata que veía en sueños cuando era pequeña y que le impide confiar en Jay Farrell, porque ojo (XD) al dato: el teniente lleva parche tras perder un ojo en combate. Ambos tienen que aprender a trabajar juntos, a entenderse, a confiar en el otro y a convivir (¿?) si quieren llegar al fondo del asunto y descubrir en qué líos andaba metida Sol antes de perder la memoria y acabar en medio de un tiroteo en la playa. A través de interrogatorios, de conversaciones con los conocidos y amigos de Sol, los dos van reconstruyendo los últimos meses de su vida, mientras la atracción entre ellos es cada vez mayor, con los consecuentes problemas que podría tener eso en medio de la investigación criminal que incluye tráfico de drogas, celos patológicos, asesinatos y una sustanciosa herencia millonaria de una de las mayores familias de Cádiz. A pesar de todo lo anterior y de la puntuación alta que merece la novela en mi opinión, a lo largo de la novela ha habido un par de detalles que han conseguido llegar a molestarme bastante. En primer lugar es el tufillo a relación posesiva que se desprendía del teniente Farrell. Vale que es un soldado de categoría acostumbrado a dar órdenes, pero estamos hablando de una chica a la que apenas conoce y que sólo tiene status de testigo (de momento) que ni está detenida ni es sospechosa en una investigación criminal, así que ¿a qué vienen esas órdenes de “no puedes salir de casa sin mí”, “come, duerme”, “no te bañes desnuda”, “no juegues a las cartas con mi compañero soldado”, etc? Y son sólo algunos ejemplos que no me gustan un pelo ver en las relaciones novelizadas, porque por si fuera poco, en varias ocasiones el teniente llega a decir, literal “Me perteneces” y “Eres mía”, cuando de hecho, no son nada entre ellos. Y en segundo lugar, aunque un poco más perdonable, es la situación en general, un poco surrealista, aunque entiendo que sin este detalle no habría historia y es el hecho de que por ser una simple testigo, Sol se tenga que irse a vivir con el principal investigador, y estar vigilada las 24 horas del día sin libertad de movimientos y sin libertad de relacionarse con la gente, porque yo he visto detenidos y presos con más libertad que esta chica, y espero que el teniente no lleve muchos casos con testigos presenciales porque si a todos se los lleva a casa… Pero obviando este par de cosillas, no he podido disfrutar más la novela, me ha durado un suspiro y merece la pena leerla porque engancha muchísimo, te mantiene con ganas de resolver el caso en cada página y además, para mi gusto, las escenas eróticas se mantienen al mínimo estrictamente necesario para que la historia no quede reducida sólo a eso (de hecho, creí que iba a ser mucho más subidita de erotismo y la verdad es que tiene las escenas contadas). Con todos estos elementos, la autora nos regala una novela adictiva y de misterio muy diferente a lo que estoy acostumbrada a leer, con un estilo muy fluido, muy sencillo y aunque contado en tercera persona, con un toque muy introspectivo hacia los personajes principales. Por supuesto, el final es impactante, aunque es cierto que tenemos un final resuelto, uno muy abierto y un continuará. Cuando leáis la novela, entenderéis lo que digo y por qué estoy deseando leer la segunda parte cuando salga el 27 de abril y poder seguir con la historia de Sol y Luna. En definitiva una historia que me ha mantenido agarrando el libro sin descanso y ha hecho que tenga que llevarlo a todas partes porque el ritmo y la intensidad de la novela no me dejaban otra opción: necesitaba averiguar la verdad sobre Sol. A pesar de ser mi primer contacto con Isabel Keats, no tengo ninguna duda de que esta autora es para mí, creo que con cualquier tipo de historia, porque su estilo y su toque sencillo han logrado convencerme durante toda la novela y estoy deseando conocer a otros personajes si son tan atractivos como Jay y Sol. Enlace: https://enmitiempolibro.blog.. |
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