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Crítica de laurass89


laurass89
08 December 2018
Las relaciones entre personas son cada vez son más complejas. El tener que contemplar diferentes factores como el tiempo, las circunstancias, las diferencias culturales o las particularidades individuales, hace que en algunas ocasiones más que relacionarnos con alguien estemos interpretándolo. Además, si la relación es profesional, la cosa se complica, jefes-empleados, profesores-alumnos, médico-paciente... Todo ello provoca que siempre tengamos que ir un paso por delante de lo que tenemos ante nuestros ojos y ese paso puede ser correcto o... ser un paso en falso.

Podemos entender que esta idea es uno de los motores que impulsa las tramas de las novelas de Katzenbach. A ella, por supuesto, tendríamos que añadir el requiebro psicológico que imprime a sus personajes. Ahora bien, ¿no tenemos todos algún recoveco por el que puede introducirse la luz de lo psicopático? 

Y, a mi juicio, esta es la exploración que John Katzenbach acomete en su nueva novela Jaque al psicoanalista, publicada por Ediciones B y que constituye la continuación de su anterior novela El psicoanalista.

Laberinto Técnico

Una de las primeras impresiones que me causó la novela fue que todo eso ya lo había leído antes. El género de suspense, sobre todo si es un thriller psicológico, puede tener como hándicap que su estructuración y puntos de giro (plots en el lenguaje cinematográfico) sean típicos: el asesino que parece que ha muerto, pero que no ha muerto; la muchacha seductora que está compinchada, etc.
Sin embargo, debo reconocer que en esta cuestión en la novela había ciertos regustos que me eran muy gratos. La relación entre el protagonista y el asesino, sea quien sea este, es muy entrañable, ya que recuerda mucho a la relación que Sherlock y Moriarty tenían entre ellos. En este sentido, la necesidad que tiene el doctor Starks de ponerse en el lugar del asesino, la reflexión secuencial de ambos, bebe, bajo mi punto de vista, de la más pura novela detectivesca. Sea esta Sherlock o cualquier otra.

Pero no solo la relación entre personajes tiene regustos familiares, sino que también el tono de las escenas más oscuras puede recordar a otro grande: Stephen King. La novela no es de terror, pero la tensión narrativa de ambos géneros puede ser compartida y en ese punto de unión es donde vemos la niebla de King en la novela de Katzenbach. El relato de la América profunda, la necesidad de que lo que sucede en el pueblo se quede en el pueblo, recuerdan escenarios y ambientes tan memorables como el de It, por ejemplo.

No obstante, hay alguna fisura en la parte técnica que desluce todo el entramado de la novela. En primer lugar tiene una construcción algo repetitiva, lo que  permite al lector saber qué va a pasar en las próximas páginas. Y no tiene nada que ver con la estructura del thriller en sí, sino con la propia novela. Cuando la misma secuencia la ha presentado ya tres veces, ya sabes cómo va a ser a cuarta y la quinta. Además, a nivel de la descripción del entorno, bien sea el escenario o bien sea la tensión psicológica superficial, emplea construcciones exactamente iguales y muy subjetivas, como si el propio autor no recordara que ya nos ha dado su opinión sobre tal edificio o no sé cual persona. Estos dos problemas hacen que la novela sobre todo en la primera parte sea un poco ralentizadora. 

Eso sí, el desenlace es brutal. En mi caso al menos, no me lo esperaba de ninguna manera. Se te dan varias posibilidades, puedes elucubrar otras tantas, pero es tan inesperado y tan poco ambientado que es sin duda genial. La parte del epílogo se hace un poco pesada, porque precisamente el desenlace quita el protagonismo a quien se supone que debería tenerlo y parece que el autor quiere devolvérselo en el epílogo. Pero lo dicho, un desenlace sorprendente y además con una puesta en escena estupenda.

El Cazador Cazado

Así como decíamos que lo primero que notas al nivel técnico son los aires conocidos, a nivel de trama, al principio de la novela, encontramos algunos problemas. Problemas que afectan al lector tanto si se ha leído El psicoanalista, la primera parte, como si no. En mi caso, no me había leído la primera novela y cuando se me dio la opción de coger esta no parecía completamente indispensable haberla leído. Y es cierto, me he enterado de todo lo que sucedía porque el autor no ha parado de explicar la primera novela durante toda la primera parte.

Esto es contraproducente. Por una parte, el lector de El psicoanalista conoce ya la historia como para que le tenga que estar explicando qué paso. Además, de malas maneras porque lo explica como flashes o como reflexiones internas del protagonista muy flojas, del tipo «claro, como hace cinco años yo hice esto y aquello y lo de más allá es normal que el asesino esté enfadado». Por otra parte, para quienes no hemos leído la primera parte, el contexto es suficiente y todo lo anterior casi innecesario. Lo podía haber solucionado con una referencia a que hacía cinco años el protagonista se había enfrentado a un asesino que le propuso un juego muy turbio. Lo que motivó al asesino hace cinco años no es relevante en esta segunda parte, no porque lo diga yo, sino porque el propio autor se centra más en que no ha podido cumplir su plan. Es decir, el motor de esta segunda parte es la venganza de los tres hermanos huérfanos (Virgil, Merlin y el señor R.) y terminar el trabajo, no el trauma... Menudo giro, ¿no?

Sin embargo, una vez que pasé esas páginas, una vez que terminaron las ráfagas del pasado, la novela me enganchó. Su protagonista es un personaje muy particular, cuya configuración se efectúa en la novela y a través de ella. Ha pasado de ser un hombre con una vida, a un hombre que busca su lugar, pasa del lujo y la riqueza a convertirse en un ser necesario para una comunidad que realmente lo necesita, como le sucede en Nueva Orleans o Miami. Y gracias a ello, va evolucionando como ser moral a través de sus casos (Tarik, Sra. Heath, Charlie, Roxxy). No solo atiende a sus pacientes y pone la mano para recibir el dinero, sino que aprende de ellos cómo es el mundo y qué dilemas aparecen teniendo en cuenta cómo este está estructurado.

Todo esto no es obvio en la novela, cosa que el autor hace muy bien, ya que la primera causa del movimiento de nuestro protagonista es arreglar el «fallo» que comete al final de la primera novela: dejar con vida al señor R. Sin embargo, pronto se da cuenta de que esto no es posible y de manera muy sutil y muy bien enlazada el autor le dará un nuevo motivo para continuar.

Así, y como ya hemos dicho antes, se llega a un final que si a nivel técnico era inesperado, a nivel de trama es inesperado y te saca una sonrisa. Quizá lo mejor de esta nueva novela de Katzenbach no sea el suspense en sí, sino la reflexión de los personajes, la valentía que nos muestran y el entramado psicológico de la misma. La partida llevada a cabo por los huérfanos se vuelve en su contra. Pasa de partida a baile, nuestro protagonista se convierte en el director de orquesta y las nuevas generaciones en los participantes. al final, de una u otra manera, todos somos algo psicópatas. 
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