Que conste que me encantan los libros en los que hay un crimen que resolver. Este también me ha gustado mucho. Creo que Kate ha hilado muy fino su historia, no ha dejado ningún cabo suelto (o al menos ninguno del que yo me haya percatado). Todo tenía su razón de ser y su explicación lógica. Fue dejando pistas muy sutiles, demasiado para mí. Me ha costado darme cuenta. Hasta el final del capítulo 31 no me percaté de lo que realmente había pasado. “Y volvió una y otra vez a la descripción que Alice había hecho de su madre: Creía que una promesa, una vez realizada, debía cumplirse.” Ahí lo supe.
No me cuadraba lo del señor Llewellyn, y es que creo que Kate no ha jugado limpio. “Al cabo de casi cuarenta años había decidido, al fin, dejar atrás una vieja enemistad.”; “Pero (Constance suspiró) se había cansado de estar enfadada.”. Esto me indicaba que iban a hacer las paces y no lo que iba a suceder un poco más tarde.
A parte de haber hecho de detective estos días (algo que me encanta), he sufrido mucho con y por Eleanor. Una dulce y divertida mujer a la que la vida la puso en una tremenda situación. Ella seguía siendo como cuando era joven, como antes de que Anthony se fuera a esa maldita guerra, pero había hecho una promesa y ya no podría comportarse de manera natural. Tiene que ser terrible darte cuenta de que la persona que amabas, con la que decidiste compartir tu vida, se fue para no volver. Su vida hecha pedazos. No la juzgo por lo de Ben. No se puede mandar en los sentimientos. La admiro por tener la firmeza de mantener la promesa que le hizo al amor de su vida costara lo que costara. No sé si habrá muchas personas con esa fuerza de voluntad. No sé si yo hubiera sido capaz de hacerlo. Saber que tiras tu posible felicidad por la borda, para siempre…
¿Por qué lo han traducido con este título? El original, La casa del lago, era mucho más apropiado.